sal y sangre 

¡Es la guerra!

Con ocasión del estreno de 'Dunkerque' recordamos algunas de las mejores películas sobre la Segunda Guerra Mundial

NANDO SALVÀ

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A lo largo de su carrera, Christopher Nolan ha imaginado mundos extraños habitados por amnésicos tatuados y superhéroes torturados; nos ha encerrado en matrioskas de sueños y nos ha paseado por agujeros de gusano. Nunca pareció interesarse por la realidad. Pero para todo hay una primera vez: en 'Dunkerque' el británico recuerda cómo, en 1940, 338.000 soldados aliados atrapados a merced de los nazis fueron evacuados de las playas francesas en centenares de embarcaciones inglesas, muchas de ellas pilotadas por civiles.

En el proceso, Nolan nos recuerda que la guerra es un infierno, sí, pero también una fuente inagotable de drama: proporciona conflicto, protagonistas y antagonistas claros, emociones a flor de piel y atmósferas caóticas que permiten explorar lo mejor y lo peor del ser humano. A continuación repasamos algunas de las películas que mejor han capturado el horror de la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista de los soldados en el campo de batalla.


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Salvar al soldado Ryan (1998)

Ningún director nos ha empujado al horror de la batalla de forma tan rotunda como Spielberg lo hizo en los primeros 25 minutos de este filme, que recrean el desembarco en la playa de Omaha. Y durante el resto del metraje, sin apenas sentimentalismos, nos hizo sentir todo el peso de las vidas perdidas en el frente.


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Uno Rojo, división de choque (1980)

Inspirándose en sus propias experiencias en el frente, Sam Fuller ofreció una epopeya intimista que descarta el dramatismo en pos de una descripción de incidentes casi periodística -aunque, eso sí, llena de humor negro-. Incluye una de las escenas más extrañas del cine bélico: un parto en el interior de un tanque.


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De aquí a la eternidad (1953)

Es famosa por el revolcón adúltero que Burt Lancaster y Deborah Kerr se daban en la playa, su pasión desatada simbolizada por las olas. Pero si figura en esta lista es por su espectacular recreación de los bombardeos del Pacífico, que en unos minutos logra más que la terrible Pearl Harbor (2001) en tres horas.


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La delgada línea roja (1998)

Mientras acompaña a un pelotón estadounidense que intenta tomar el control de Guadalcanal, Malick orquesta una épica abstracta que convierte la isla en una suerte de paraíso perdido en que los soldados son insignificantes ante la naturaleza, no más importantes que las plantas, pájaros e insectos.


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La cruz de hierro (1977)

No hay mucho del lirismo de los wésterns de Sam Peckinpah en este relato de un pelotón alemán en retirada del frente ruso en 1943. Gélida y mugrienta, sombría y claustrofóbica, es tan precisa retratando la futilidad de la muerte que Orson Welles la describió como la mejor película antibelicista jamás rodada.


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Masacre (Ven y mira) (1985)

El avance nazi sobre Bielorrusia es la premisa de esta amalgama de imágenes y sonidos tan poética como aterradora. Montañas de cadáveres rodeadas de moscas, vacas acribilladas al atardecer y una aniquilación climática que es, quizá, la escena antibélica más efectiva de la historia del cine.


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El día más largo (1962)

Su recreación del desembarco de Normandía por tierra, mar y aire y desde todas las perspectivas posibles -británica, francesa, alemana y americana- la convirtió en la más espectacular e imponente epopeya que Hollywood produjo en los 60 y los 70, cuando el cine bélico era más popular.


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El submarino (1981)

Mientras retrataba a 42 alemanes encerrados en un submarino, el director Wolfgang Petersen ofreció una clase magistral de precisión narrativa y nos sumió de forma implacable en la sensación de claustrofobia que genera vivir en una caja de metal que en cualquier momento podría convertirse en un ataúd.

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