La avispa asiática coloniza el norte de España

Avispa asiática

Avispa asiática / periodico

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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La avispa asiática, insecto invasor que diezma gravemente las colonias de abeja, se detectó por primera vez en España en el 2010, procedente de Francia, y desde entonces ha tenido una expansión tan meteórica que ahora todas las esperanzas pasan por mitigar los daños causados y limitar las áreas de nueva colonización. “Es demasiado tarde para erradicarla por completo, pero sí debemos evitar que progrese mucho más”, considera Sandra Rojas, investigadora de la Universidad de Vigo que trabaja en el desarrollo de métodos de contención para el insecto.

En Galicia, una de las zonas más afectadas, se detectaron y eliminaron el año pasado unos 6.000 nidos, frente solo 16 en el 2013, la mayoría en zonas costeras. “Se ha perdido el 30% de la cosecha de miel”, añade. Y una situación similar se sufre en el País Vasco, sobre todo en Guipúzcoa, donde se han detectado nidos incluso en entornos urbanos. También está afectando de forma incipiente a las cosechas de uva, pera o manzana, puesto que los adultos de avispa devoran el polen.  "No se atajó muy al principio y esto es lo que ahora tenemos", lamenta Joan Pino, subdirector del Centro de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF-UAB).

UN GOLPE EN LA MANDÍBULA

Gracias a su gran fuerza y tamaño, la avispa asiática captura entre 25 y 50 abejas al día, generalmente asestándoles un golpe en la mandíbula y clavándoles su largo aguijón (cinco milímetros). Luego las despojan del abdomen y las patas. El tórax "lo convierten en una especie de masilla y lo trasladan hasta el nido para alimentar a sus larvas", relata Rojas. Una vez han desaparecido las obreras, entran en el panal y acaban con la miel. Los adultos no consumen abejas.

Afortunadamente, parece que la avispa asiática tiene unos requerimientos climáticos muy precisos: "Busca zonas sin heladas rigurosas, con una elevada pluviometría, cercanas a cursos de agua y generalmente cubiertas de árboles caducifolios (robles y hayas), afirma Pino, que ha desarrollado diversos modelos informáticos para calcular su posible expansión. “Todo ello limita su territorio ideal al norte de España y frena su crecimiento en ámbitos más secos del interior”.

Al margen de Galicia y País Vasco, también se ha detectado en Catalunya (30 nidos en el 2015, la mayoría en el Alt Empordà y la Garrotxa), La Rioja, Asturias, Castilla y León y Cantabria. El último territorio con citas de su presencia es la isla de Mallorca, donde fue avistada por primera vez el año pasado. "Avanza como la pólvora, siguiendo la pauta esperada", añade Pino.

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El subdirector del CREAF explica que la avispa asiática se expande rápidamente gracias a su gran capacidad de reproducción y de dispersión de nuevas fundadoras de colonias. De hecho, una sola reina se basta para crear un nido, que luego puede tener hasta 15.000 celdas. "Si consideramos que cada fundadora de un nido puede producir 500 nuevas reinas al año, se entiende que el aumento de sus poblaciones sea tan rápido", explica Pino.

La única acción efectiva para frenar la expansión es por ahora la captura de las avispas, especialmente las hembras fundadoras, mediante trampas colocadas en las zonas donde se ha detectado mayor presencia. Como explica Rojas, los insectos llegan atraídos por un "cebo de olor", entran en el recipiente y luego ya no pueden volver a salir y mueren. El equipo de la Universidad de Vigo, en colaboración con la Xunta de Galicia y los apicultores locales, analiza desde hace tres años cuál es el mejor diseño y cuáles son los atrayentes más efectivos. Además, se intenta también que sean trampas muy selectivas, es decir, que no caigan otros insectos. "El problema con todos los sistemas empleados hasta ahora, incluso algunos que se venden comercialmente, es que no capturan un número significativo de avispas", lamenta la investigadora: "Ahora lo que estamos probando es un cebo con vino, cerveza negra, zumo de arándanos y azúcar".

"Lo que queremos atrapar son las reinas fundadoras cuando salen del nido después de letargo invernal", explica Rojas. En ese momento ya están fecundadas. "Lo único que necesitan es un poco de alimento, celulosa del ambiente, y enseguida empiezan a construir un nuevo nido. Las restantes avispas suelen morir en invierno. "El problema -advierte- es que los inviernos suaves de los últimos años están alterando los ciclos estacionales y va a ser más complicado atraparlas".

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Estrategias complementarias: rapaces y abejarucos","text":"Adem\u00e1s de las trampas, Sonia Rojas cree que ser\u00e1n necesarios\u00a0m\u00e9todos complementarios de control y de gesti\u00f3n. Una de las opciones es fomentar la presencia de sus depredadores naturales, como el halc\u00f3n abejero,\u00a0el abejaruco e incluso el tej\u00f3n, aunque obviamente tambi\u00e9n pueden afectar a las densidades de abeja com\u00fan. Rojas lamenta que el avisp\u00f3n europeo ('Vespa crabro'), que podr\u00eda ser un digno\u00a0rival, tampoco pase por su mejor momento. A diferencia de la abeja asi\u00e1tica, la europea no tiene mecanismos naturales de defensa contra el avispa, un depredador llegado de lejos gracias, posiblemente, al transporte de mercanc\u00edas contaminadas con huevos. En Francia se detect\u00f3 por primera vez en el 2004. Adem\u00e1s de Espa\u00f1a, ahora est\u00e1 presente tambi\u00e9n en Italia, B\u00e9lgica, Reino Unido, Alemania y Portugal."}}