'Enterprising&Fun': volar más allá del instituto

Un centro de secundaria de Mataró y otro de Suecia redactan nueve estudios de viabilidad de empresas de justicia social en el marco de un proyecto europeo

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dfp mg 3631 / Daniel Ferrer Paez

MIREIA BIEL / MATARÓ

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Una línea de productos cosméticos ecológicos diseñados por una empresa cuyas trabajadoras han sufrido violencia de género. Una cooperativa editorial que venda libros de textos a precio de coste. O una empresa que construya viviendas sin especulación destinadas a alquiler social, que podrían pagarse con trabajos a la comunidad.

Son solo algunos de los nueve proyectos que forman parte de la iniciativa europea ‘Enterprising & Fun’, que se desarrolla a caballo entre los institutos Miquel Biada de Mataró y el AfChapman de Karlskrona, en Suecia, por un total de veinte alumnos catalanes y veinte de suecos que mediante dos encuentros físicos en ambas ciudades y un contacto telemáticos constante, construirán iniciativas que no solo puedan ser viables en alguno de los municipios, sino que además se basen en los principios de la justicia y la responsabilidad social y la sostenibilidad ambiental. 

UNA OPORTUNIDAD ÚNICA

Ahora, los estudiantes de segundo de Bachillerato de Mataró están en Suecia durante diez días para llevar a cabo la segunda parte de un proyecto que, grosso modo, “les está cambiando la vida”, según el coordinador de movilidad internacional del instituto Miquel Biada, Martí Giménez.

Él mismo cuenta como a lo largo del trabajo, los alumnos desarrollan “capacidades tan clave como el trabajo en equipo y la capacidad de sacar adelante un proyecto con las nuevas tecnologías, mediante el contacto por videoconferencias y con el inglés como lengua vehicular”. Algo ya habitual en muchos puestos de trabajo y que muy probablemente será parte del ecosistema laboral dentro de diez años, cuando estos jóvenes entren a formar parte de él, ya sea en Catalunya o en otro país europeo.

Y no solo eso, puesto que “los conceptos de economía del bien común y justicia social han de ser patentes en sus proyectos, por lo que la inmersión en esa cultura y la exploración de esa realidad son innegables”, concluye Giménez.

El trabajo en red y el desarrollo de un proyecto eminentemente social son incuestionables para Jenny Casahuga, responsable del proyecto en el instituto AfChapman de Karlskrona. “Con iniciativas como la que nos ocupa les damos a nuestros alumnos la oportunidad de ver situaciones reales, de enfrentarse al proceso de creación de una empresa en un contexto como el actual”, resume.

Sin embargo, afrontar esa experiencia no sería posible sin las estancias en las respectivas ciudades, que permiten conocer más profundamente la organización social y económica de cada país, así como aprender a “pensar de forma transversal, con visión internacional”, tal como explica Casahuga.

CONSTRUIR EL PROYECTO PARTIENDO DE LA REALIDAD

Para ello, son indispensables las visitas a emprendedores y universidades, a la vez que se conocen de cerca cooperativas y se asiste a charlas sobre comercio justo, por ejemplo, todo para analizar “casos concretos, ingredientes de la vida real como el mercado al que su hipotética empresa debería dirigirse, el sistema del que formaría parte y la sociedad en la que se incluiría”, cuenta Casahuga.

En la primera reunión de trabajo hecha en Mataró, en noviembre, no faltó en la agenda el paso por el Tecnocampus y su incubadora, el descubrimiento del espacio de cooperativas del Cafè de Mar o la charla que aquella semana daba el creador de la economía del bien común, Christina Felber, en el marco de la II Semana de la Economía Solidaria de Mataró. En Karlskrona, los alumnos han seguido avanzando en sus proyectos a la vez que conocían el vivero de empresas de la universidad Blekinge Tekniska Högskolan, asistían a una charla con el emprendedor y alcalde de Karlskrona Rikard Jönsson o se adentraban en la empresa social Resolt, que compra objetos que la gente quiere tirar y los recicla y vuelve a dar uso.

UNA EXPERIENCIA IGUALITARIA

Financiado por la Unión Europea y avalado por el Servicio Español para la Internacionalización de la Enseñanza (SEPIE) y el Ayuntamiento de Mataró, el proyecto cuenta con 33.000 euros, 20.000 de los cuales se han otorgado al instituto catalán como organizador del proyecto y 13.000 al sueco como socio colaborador.

Un presupuesto ambicioso y que, además, permite desarrollar una actividad inclusiva e igualitaria dentro de los centros ya que es completamente gratuita para los alumnos,  algo especialmente interesante para los estudiantes de Mataró, algunos de los cuales no podrían haberse pagado el coste de la experiencia sin la financiación europea.

Por eso adquiere especial relevancia curricular el proyecto porque, aunque los estudiantes son escogidos por méritos académicos, muchos no tienen familias cuyos ingresos permitan pagar un viaje de esas características porque sus situaciones económicas son complicadas e, incluso, vulnerables. El instituto Miquel Biada se encuentra en el barrio de Cerdanyola de Mataró, donde vive el 24,3% de la población del total de la ciudad y que acoge hasta un 47,2% de inmigración.

Tras las dos reuniones presenciales de noviembre y enero, ambos grupos volverán a casa para terminar los trabajos en la nube y presentarlos en abril. Nueve proyectos que, o en Mataró o en Karlskrona, podrían convertirse en realidad.

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