Más allá del PIB

Atendiendo a los indicadores macroeconómicos podemos afirmar que la economía ha dejado atrás la recesión. Sin embargo, si nos fijamos en los indicadores de vulnerabilidad resulta evidente que se hace imprescindible una mayor inversión en promoción social

Más allá del PIB_MEDIA_2

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JOSEP ORIOL PUJOL HUMET. DIRECTOR GENERAL DE LA FUNDACIÓ PERE TARRÉS

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El periodo valle de esta última crisis económica ha sido especialmente largo en nuestro país. Hoy, el conjunto de los indicadores macroeconómicos remontan, aunque a un ritmo moderado. El PIB creció un 3,2% en el 2016 y el Banco de España mantiene una previsión de crecimiento del 3,1% para el 2017. El empleo aumentó un 2,9% y se prevé un incremento del 2,7% para el 2017. La inflación repunta tras unos años en torno al cero. El consumo privado crece a la vez que la inversión privada e industrial, aunque habrá que ver si se mantiene cuando el Banco Central Europeo (BCE) deje de inyectar liquidez como lo está haciendo. El precio de la vivienda, sobre todo en las ciudades, ya se sitúa por encima del 2006 y se vuelve a construir.

Y más allá de los principales indicadores globales hay otras estadísticas positivas. El número de millonarios ha crecido en España un 60% desde el 2008, según Capgemini. En este periodo se han sumado 65.000 personas. Los salarios de los directivos y de los miembros de los consejos de grandes empresas, en especial las del Ibex, mantienen incrementos de dos dígitos. La economía productiva crece desde hace años, el Instituto de Empresa Familiar prevé que un 73% de sus miembros incrementarán las ventas y un 59% la contratación laboral durante el 2017.

¿Esta mejora está bien fundamentada? Los sueldos medios de los nuevos contratos son un 12% inferiores a los de antes de la crisis. Según Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), los jóvenes son los más afectados por la devaluación salarial. Asimismo, las nuevas contrataciones empeoran otras condiciones asociadas: contratos eventuales o fijos discontinuos, pérdida de remuneraciones en especie, exigencia de contratos mercantiles a personas que se establecerán como autónomos, contratos a tiempo parcial y en muchos supuestos con el exigencia de trabajar más horas de las cotizadas ... La consolidación del 'precariado' como nueva clase social, que a pesar de trabajar no obtiene una renta mínima para vivir, es un problema que tendrá consecuencias. La vivienda recupera precios, los bancos se aseguran mucho más las condiciones antes de conceder hipotecas, las ciudades incrementan los alquileres a precios desorbitados si pueden aprovechar los pisos para los turistas ... La resultante es la extrema dificultad para el acceso a la vivienda, el subarriendo de habitaciones, la imposibilidad de los jóvenes de independizarse y de las personas separadas de dejar la vivienda conyugal provocando convivencias forzadas, la ocupación de espacios industriales o de viviendas abandonadas por familias recién llegadas o que sufren exclusión social, el incremento de personas sin techo ...

Indicadores de vulnerabilidad

Si nos fijamos en los indicadores de vulnerabilidad social, como el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad en la distribución de la renta, cuando es cercano a cero indica una distribución más igualitaria. La media europea se mantiene estable en un 30%, la española es superior, de un 35%, y creciendo estos últimos años. El indicador Arope de riesgo de pobreza y exclusión social recoge tres factores: la privación material severa -no poder comer carne, frío en invierno, no disponer de vehículo, TV, teléfono, retraso en pagos básicos- que lo padece un 5,8% de la población, la precariedad laboral donde un 14,9% vive de trabajos a tiempo parcial o muy mal pagados y la renta disponible donde el 22,3% de la población vive en situación de pobreza. La vulnerabilidad económica de los progenitores se perpetua en los hijos y el 27,9% de los niños menores de 16 años en Catalunya son pobres, según datos del Idescat.

En cuanto a la salud, un interesante estudio de Cáritas Diocesana de Barcelona sobre la esperanza de vida por barrios en la ciudad es bastante definitorio de la correlación entre el nivel socioeconómico y la media de años de vida. Que en una misma ciudad la diferencia de esperanza media de vida sea de 10 años, nos debería interpelar.

El fracaso escolar, unido a la falta de medios familiares de apoyo al estudiante, es otro de los retos sociales. Es insuficiente el trabajo de ayuntamientos entidades sociales, ofreciendo miles de plazas diarias en centros socioeducativos a partir de las cinco de la tarde, o el esfuerzo de la escuela pública y concertada, sin los medios suficientes para compensar las carencias educativas previas y de estímulos familiares. Romper la exclusión hereditaria, hacer posible el ascensor social es uno de los signos de bienestar de una sociedad donde todo el mundo puede tener expectativas. Y, especialmente en nuestra sociedad, es imprescindible dignificar la formación profesional, pensando en el empleo juvenil y en la demanda empresarial.

¿Mayor presión fiscal?

Si nos basamos en los criterios clásicos, la economía ha salido de la crisis; si observamos los más vulnerables es necesaria una fuerte inversión para equiparar oportunidades y acompañar a quienes han podido quedar definitivamente excluidos. ¿Mayor presión fiscal? Probablemente no en cuanto a tipos impositivos, pero sí respecto a la economía financiera, las transacciones especulativas y los paraísos fiscales. Por justicia social, por humanidad pero también por mantener una necesaria cohesión social, conviene reducir la brecha social. Por dignidad de las personas, pero pensando también en unos trabajadores suficientemente cualificados, una ética en las relaciones o incluso por seguridad ciudadana, se hace imprescindible una mayor inversión en la promoción social para poder decir que se ha salido de la crisis.