Turismo: entre el maná y la maldición

Las previsiones sobre la marcha del turismo nos siguen dando alegrías. Una vez más se espera un año que marcará registros históricos. El turismo se ha convertido en nuestro particular oro negro, pero no escapa del efecto maldición de la materia prima.

Entre el maná y la maldición_MEDIA_1

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La actividad turística está sorprendiendo a propios y a extraños con un incremento de actividad sin precedentes. Los datos son magníficos: el número de visitantes se bate en todas las campañas, se incrementan noches de pernoctaciones, sube el dinero que los turistas gastan en nuestros establecimientos, la ocupación hotelera roza el 100%. La industria turística doméstica es la más competitiva del mundo, abre nuevos mercados interesantísimos y de enorme potencial futuro como el del turismo chino de alto poder adquisitivo. No podemos olvidar, cómo hacerlo, que es el sector que más aporta a la creación de empleo. Ha sido y aún lo es la válvula que desahoga y atenúa, en parte, nuestro mayor problema económico: el desempleo.

Las valoraciones anteriores las encontramos plasmadas al analizar los dato económicos. Con datos cerrados a 2015, el peso económico del turismo era del 11% en el total de actividad. Su importancia es aún mayor en el mercado laboral, pues el peso del empleo directo ocupa a un 13% de los trabajadores. ¿Cuánto será realmente el auténtico impacto si tuviéramos presente el indirecto? Difícil decirlo, pero para darnos una idea, en Barcelona 10.500 personas viven del taxi. ¿Habría 10.500 taxistas sin el imán del turismo?

Impacto del Brexit

Hoy por hoy las previsiones sobre la marcha del turismo siguen dando alegrías. Una vez más se espera un año que marcará registros históricos. Los datos a abril confirman el prometedor escenario. Nuevamente la lamentable situación que sufren competidores directos nuestros, ejemplo de Túnez, por culpa del terrorismo yihadista son un motor. Desde luego hay que tener en cuenta que el país que más turistas nos aporta, el Reino Unido, está sumido en el Brexit. Desde el día del referendo, a un británico su estancia en España puede habérsele encarecido en casi un 15%, fruto del movimiento depreciador de la libra frente al euro. Es pronto aún para ver el verdadero impacto de la salida de los ingleses, pero efecto desde luego va a tener.

Pero frente a este contexto negativo, las previsiones nos hablan de que por fin el turismo nacional, el de los ciudadanos españoles, se va a ver incrementado fuertemente. Esta es una gran noticia para nuestra industria vacacional. Como saben, el turista español se encuentra a la cabeza de los que más dinero gastan y más tiempo emplean. Hasta el momento el mayor impacto en la demanda turística había venido por los ciudadanos extranjeros, y ahora se incorpora a esa demanda la nacional. No me gusta nada lanzar las campaña al vuelo, pero creo que como decía anteriormente este año, nuevamente será histórico.

Como ven por datos y previsiones, el turismo se ha convertido en nuestro particular oro negro, nuestra materia prima, la base en que fundamentar buena parte de la estructura económica del país. Sin embargo los economistas siempre hablamos del efecto maldición de la materia prima. La explotación de una fuente de riqueza tan importante puede ocultar una serie de desequilibrios en la gestión económica y social.

Efectos inquietantes

Los desequilibrios y problemas generados abarcan diversos sectores. Uno de los que más se está hablando es precisamente el de la vivienda. En efecto, en la actualidad con la popularización de los pisos vacacionales estamos asistiendo a un efecto inquietante. Cada vez más viviendas de alquiler residencial son utilizadas como establecimiento hosteleros. Ello está llevando a una escasez de vivienda en algunas zonas y ciudades, así como un tremendo encarecimiento de las rentas. Ese encarecimiento y escasez está detrás de que en Ibiza médicos o profesores se nieguen a ir, pues no encuentran o no pueden pagar el alquiler de casas en la isla. ¿Se imaginan una isla como Eivissa sin médicos o profesores? Algunos verán un extremismo en mi ejemplo, sin embargo el problema que denuncio es real y los medios de comunicación se hacen eco de lo descrito.

Una masificación del turismo puede llevar a una descomposición de la función de la ciudad. Las ciudades o zonas con tremendas llegadas de turistas provocan que los negocios en estos lugares busquen satisfacer las necesidades de los turistas, no tanto los de los vecinos, puesto estos son cada vez un reducto dentro de su ciudad o barriada.

Si en el aspecto sociológico, los efectos negativos, como vemos, son preocupantes a medio y largo plazo, tenemos también efectos visibles en el corto. Pensemos en la seguridad, la convivencia entre turistas y vecinos. En la retina de todos ustedes están cientos de imágenes publicadas por los diarios e informativos con algunas de las escenas más dantescas que puedan haberse visto nunca. Qué decir de prácticas como el 'balconing' que llega a provocar muertes. Las noches sin dormir de algunos vecinos que sufren que en su edificio haya pisos turísticos. El lamentable espectáculo de un grupo de turistas desnudos por mitad de la ciudad. El turismo masivo acarrea, como vemos, problemas de seguridad y convivencia, algo que nadie quiere tener en la ciudad en la que reside.

Mucho empleo, pero precario

El turismo además está vinculado al abandono por nuestros jóvenes de las aulas. Ante el atractivo de trabajar, de tener un salario, algunos chavales abandonan prematuramente la escuela. Baleares, como saben, es una comunidad autónoma que prácticamente vive del turismo, una comunidad con unos índices de vida muy elevados. Sin embargo, sé que el dato puede sorprender, Baleares está a la cabeza de las autonomías en abandono escolar. Es evidente que existe una relación directa entre ese abandono escolar y el mercado laboral generado por el turismo.

Ya que nombro el mercado laboral, debemos tener en cuenta que si bien genera muchos puestos de trabajo, también es necesario decir que son: de baja cualificación, de salarios escasostemporales, en muchos casos a tiempo parcial, tremendamente cíclicos. Si prefieren, trabajos de gran precariedad.

Como ven hoy más que nunca se abre la necesidad de pensar e implantar un modelo de turismo que permita aprovechar la riqueza económica que genera, pero que a la vez amortigüe y evite los desequilibrios comentados.

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