Apoyo a los refugiados

ROSA MARI SANZ / BARCELONA

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No hay semana en que desde esta comunidad no surjan nuevas propuestas sobre iniciativas grupales. No todas acaban cuajando. Algunas de hecho se quedan en un planteamiento y no se llegan a poner en práctica. Otras tienen una respuesta entusiasta que empuja a sus impulsores a ponerse las pilas y a dedicar horas para elaborar un proyecto. Como es el caso de ayudar  los refugiados que llegarán a Barcelona procedentes de Siria, Afganistán y Eritrea.

La idea surgió de un miembro del BAC, José Luis Regojo, activista en derechos humanos y catedrático de inglés en el Institut Montserrat de Barcelona. Desde hace varios días se reúnen periódicamente un grupo de voluntarios en el local de Gràcia para elaborar un proyecto de apoyo que planean presentar al Ayuntamiento de Barcelona con el objetivo de no duplicar esfuerzos. «No se trata de dar una ayuda profesional, para eso ya están las administraciones. Pero creemos que una vez pase la primera etapa, al mes y medio existe el peligro de que ya estén olvidados.

Es entonces cuando queremos comenzar a actuar», explica Regojo. «Contamos con la ayuda de una mujer que fue refugiada de Bosnia hace 20 años y recuerda que lo peor de su experiencia era ocupar el tiempo libre. Cuando no sabes qué hacer te vienen los recuerdos, y eso es muy duro», continúa este voluntario. Lo que buscan, dice, es personas  que les ayuden a  integrase en todas las actividades que se llevan a cabo de manera normalizada desde BAC. No se trata de hacer actividades exclusivas para los refugiados. «Queremos ayudarles a que se integren en la vida de los barrios, que se apunten a las salidas que proponemos desde la comunidad, a las rutas organizadas, a cualquiera de nuestras propuestas. Que estén con nosotros. O ayudarles también -agrega Regojo- a descubrir las capacidades que puedan tener, acompañarles a realizar trámites, hacer de canguros si se tercia, salir con una familia a merendar una tarde...» En definitiva, quieren ayudarles a integrarse en los barrios de la manera lo más normalizada posible y contribuyendo a la par a ocupar ese tiempo libre que les palíe la dureza de lo vivido y el vértigo de un futuro incierto.