EL PERSONAJE DE LA SEMANA

Kanye West, el faraón de América

El rapero ha reafirmado su apoyo a Trump y ha anunciado que se presentará a las elecciones de 2024 y que, en adelante, se llamará Ye

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Jordi Bianciotto

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¿Quién dijo que el mundo de la cultura era un nido de izquierdistas rabiosos? Ahí tenemos a Kanye West, el dandi del hip-hop, un artista con el ego del tamaño de la torre Chrysler, declarando su adhesión a Donald Trump sin que le tiemble la voz ni le impresionen los improperios recibidos en las redes. Volvió a hacerlo el pasado sábado, cuando posó en Instagram luciendo una foto con el eslogan de batalla del presidente, ‘Make America great again’, impreso en la gorra. 

Entre megalómanos anda el juego: a West, que últimamente quiere ser conocido como Ye (título de su último disco), ese ciudadano capaz de regalar a los entrevistadores perlas como “si la Biblia se escribiera hoy, yo saldría en ella” o “soy la Coca-Cola, el Walt Disney y el McDonalds de la música”, le fascina la figura de Trump como genio en el arte de dar a problemas complejos soluciones requetefáciles. Él forma parte de ese mismo club.

Empleo para todos

Acompañando la foto de Instagram, escribió: “Esto representa el bien y una América volviendo a ser una sola. No volveremos a subcontratar a otros países. Vamos a construir fábricas aquí en América y a crear empleos. Vamos a darle trabajo a todos los que salgan de la cárcel cuando hayamos abolido la 10ª enmienda”. Se refería al arreglo de la Constitución estadounidense que abolió la esclavitud con la excepción de quienes hayan sido encarcelados por un delito. La enmienda da cobertura a la idea de que el alto porcentaje de población negra en las cárceles representa una forma encubierta de esclavitud. Un asunto al que West se ha referido otras veces, aunque de forma un tanto confusa: el pasado mayo se refirió a esa clase de explotación humana practicada a lo largo de los siglos como “una opción”.

"Trump y yo somos energía de dragón: él es mi hermano", ha asegurado en alguna ocasión

Las visitas de West a la torre Trump neoyorkina ya han sido documentadas. El rapero mira al presidente con fascinación (“ambos somos energía de dragón; él es mi hermano”) y aspira no a retarle pero sí a sucederle. Ya fantaseó en el pasado con su candidatura a las elecciones del 2020, y semanas atrás recuperó su sueño fijando el reto en el 2024. “Lo puedo afirmar al 100%”, anunció. No engrosará las filas de ningún partido existente sino que, muy a la moda, creará el suyo, con el nombre de The Birthday Party (sin aparentes coincidencias con el grupo pospunk del que en los años 80 salió el cantante australiano Nick Cave).

Esteta del hip-hop

Ya sea por sus inquietudes políticas faraónicas, por sus declaraciones lapidarias o por las posturitas de su esposa, la celebridad ‘trash’ Kim Kardashian, Kanye West se las ha apañado para ser carne de titular de modo que quienes no sepan de su historial artístico bien podrían pensar que es un oportunista sin talento. En absoluto: este natural de Atlanta, de 41 años, ha trazado uno de los puntos cardinales del moderno hip-hop con una sucesión de obras ensalzadas por la prensa especializada.

El músico se las ha apañado para ser carne de titular, pero lo cierto es que ha trazado uno de los puntos cardinales del hip-hop moderno

La revista ‘Rockdelux’, por ejemplo, le ha distinguido como autor del mejor disco del año no una sino dos veces: con ‘My beautiful dark twisted fantasy’ (2010) y con su sucesor, ‘Yeezus’ (2013). Trabajos opulentos e impredecibles, en los que West evoluciona desde la herencia del soul y el lirismo con arreglos de cuerda a la cirugía de estudio minimalista. En estos tiempos en que la música urbana de raíz negra parece estar sustituyendo al canon pop tradicional, West es un nombre clave, quizá el equivalente a muchas estrellas del rock de décadas pasadas.

De Kanye a Ye

Pero, como ocurre a veces, la proyección a gran escala comporta que el personaje y el ‘freaky’ puedan llegar a comerse al músico. El mismo Kanye lo fomenta, y lo último ha sido ese cambio de nombre. Ahora, Kanye es, simplemente, Ye, tal como anunció a través de un tuit. Una identidad a la que da un significado religioso: “Es la palabra más presente en la Biblia y significa tú”. Movimiento con cierta tradición en la música negra, hay que decir: recordemos los sucesivos bautismos de Prince (The Artist Formerly Known As Prince, AFKAP, Symbol, The Artist) y las mutaciones de Terence Trent d’Arby (Sananda Maitreya), Puff Daddy (P. Diddy), Snoop Doggy Dogg (Snoop Lion) o Mos Def (Yasiin Bey).

Bajo su nueva identidad lanzará muy pronto, en noviembre, un nuevo disco, ‘Yandhi’, con el que desafiar a sus desbordados fans. Donde no llegue la música lo harán los titulares cada vez más grotescos: esa ‘revelación’ de Kardashian, esta semana, de que Kanye sufre narcolepsia y se duerme en todas partes. ¿Cómo no se va a dormir si es un genio y las preocupaciones mundanas le deben matar de aburrimiento?