LA ORGANIZACIÓN EL PARTO ES NUESTRO CUMPLE 15 AÑOS DE ACTIVISMO

Otros partos son posibles

Parir es dar vida, un trance imborrable que exige un esfuerzo físico y psíquico descomunal. No hay dos alumbramientos iguales, pero las parturientas, a veces, no se sienten cuidadas, ni respetadas, ni dueñas del momento

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OLGA PEREDA

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Estamos tan acostumbrados a ver parturientas felices en Instagram que se nos olvida que parir es un acto bestial. Un cuerpo se transforma en dos. Es algo imborrable que queda marcado a fuego en la madre y en el bebé. Es un trance del que se puede salir empoderada, cual leona lista para proteger a su cachorro. Pero también se puede salir frustrada y angustiada.

En el 2003, 20 mujeres (y un hombre) fundaron <strong>El Parto es Nuestro</strong>. Estaban enfadadas y furiosas. Criticaban la misoginia tradicional de la medicina, el uso masivo de la oxitocina (fármaco que acelera las contracciones), los potros para colocar a las parturientas, el nulo protagonismo de la embarazada, el trato vejatorio, el exceso de cesáreas y episiotomías (corte en el perineo). Muchos no las tomaban en serio y las consideraban poco menos que cuatro locas. Casi 15 años después, la organización tiene mil socias, está presente en toda España y sus tentáculos llegan a Ecuador y Argentina. Con su «activismo rabioso» lograron que en el 2007 el Ministerio de Sanidad aprobara la Estrategia de Atención al Parto Normal. Han conseguido muchas otras cosas. Y otras no. 

El Parto es Nuestro no es un grupo de hippies que pretenden que todas las mujeres den a luz en mitad del campo para encontrarse consigo mismas. El Parto es Nuestro quiere que cada mujer decida libremente cómo parir, tanto si lo hace en una bañera acompañada por una matrona como si lo hace en una camilla de hospital con un obstetra a los mandos.

Parir es poder

«Parir es poder. El parto te da fuerza. Porque si puedes con eso, puedes con cualquier cosa». Habla Ibone Olza, psiquiatra infantil, madre, cofundadora de El Parto es Nuestro y autora del libro 'Parir. El poder del parto' (Ediciones B). Olza no esconde el inmenso dolor físico  que conlleva dar a luz. «Me preocupa mucho que se idealice el parto. Muchas mujeres pueden pensar que será una experiencia gloriosa y maravillosa. Puede que ellas lo vivan así, pero puede que no. Y jamás hay que tomarlo como un fracaso personal. Lo que sí deberían hacer todas las embarazadas es acudir informadas al parto porque es algo que puede marcar su salud de por vida», afirma.

Olza asegura que el panorama ha cambiado bastante. El trato vejatorio de los años 90 –cuando a algunas madres se las chillaba y se les decía que lo estaban haciendo mal– ya no se da. Las cesáreas, tan alarmantemente frecuentes en España, se han reducido un poco. En Euskadi, por ejemplo, no sobrepasan el 15%. Las episiotomías antes se practicaban en el 90% de los casos y ahora hay hospitales donde no llegan ni al 40%. En la mayoría de partos se pone al bebé encima de la madre nada más nacer (piel con piel).

El potro y la pelvis

«Quiero lanzar un mensaje positivo, porque estamos realizando bastantes conquistas y los profesionales sanitarios están adoptando otras actitudes. Sin embargo, queda mucho por hacer», insiste Olza. En su opinión, es absurdo y obsoleto que todas las parturientas den a luz en el famoso potro, donde la apertura de la pelvis se reduce considerablemente. «Tenemos que confiar en la sabiduría del cuerpo y todo dependerá de la mujer y del bebé. En algunos casos, lo mejor podría ser parir de cuclillas. En otros, arrodillada. En otros, tumbada. En otros, sentada. Y en otros, de pie. Cada parto es diferente y dejemos de pensar que el cuerpo de la mujer es imperfecto».

"Lo que deberían hacer todas las embarazadas es acudir informadas al parto", advierte la psiquiatra Ibone Olza

¿Faldón clásico con volantes para el recién nacido o un pijama de unos grandes almacenes? ¿El Bugaboo o el Inglesina? Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra, a Olza –que se convirtió en activista tras su experiencia dando a luz– le saca de quicio que se acabe dedicando más tiempo a pensar en la ropita o el carrito para el bebé que en la verdadera preparación para el parto, unas charlas informativas que deberían cambiar para centrarse en lo verdaderamente importante y en las que debería haber mucha mayor presencia de los futuros padres.

Ternura, fuerza y confianza

Parir. El poder del parto deja claro que se puede nacer «dulcemente, despacio, descansando a cada poco, con ternura, fuerza, confianza y amor». Pero también se puede nacer «forcejeando, siendo traicionado por unos fórceps o ventosas y tras haber sido empujado por alguien que hacía presión sobre el vientre de la madre (la controvertida maniobra de Kristeller)».

También se puede nacer tras un parto iniciado espontáneamente o tras un parto programado en la que a la futura madre se le aceleran las contracciones con oxitocina, fármaco que reciben cantidad de parturientas y que, en opinión de Olza, debería tener un uso «mucho más racional» en los hospitales, ya que puede estar relacionado con hemorragias masivas en el postparto.

Además del bebé y la madre (y su pareja, en caso de tenerla), el parto tiene otra gran protagonista: la matrona, categoría profesional que debería empoderarse. «En España tenemos unas enfermeras estupendas que se han formado como matronas en la sanidad pública británica. Ahora están regresando a España y se encuentran con que no las dejan hacer bien su trabajo. Muchas sufren 'mobbing' por querer hacer cosas tan sencillas como facilitar una banqueta a una parturienta para que dé a luz mejor», critica Olza.

El Clínic de Barcelona

La realidad demuestra que sí, que otro tipo de alumbramiento es posible. El Hospital Clínic de Barcelona siempre ha sido pionero en este sentido. Por eso, en los partos de bajo riesgo, trata de ofrecer a la parturienta un ambiente agradable y cómodo: hay bañeras para parir, sillas de parto, monitores inalámbricos y una pantalla táctil para que la mujer ponga la luz que desea en la habitación, música o películas. No son detalles menores. Son esenciales para que la futura madre esté lo más cómoda y tranquila posible. «En los partos de bajo riesgo, ellas son las que deciden cómo alumbrar a sus hijos. De cuclillas, sentadas, tumbadas… No están en un quirófano. Están junto a la persona que ellas quieran y por la matrona, que acompaña, aconseja y empodera a la mamá. Solo se llama a un obstetra si surgen problemas», afirma Teresa Roe, jefa de las comadronas del Clínic, donde, por protocolo, no se realizan episiotomías de manera rutinaria y donde está prohibida la maniobra de Kristeller (presionar la tripa de la madre). Roe, que empezó a atender parturientas en los años 80, destaca que «el arte del parto es esperar». No caben las prisas. Tampoco el miedo.

«Como cagar»

¿Es tan peligroso el parto como nos cuentan? El hecho de que parir sea un acto exclusivamente femenino ¿de qué manera influye en esa atención que tantas veces roza el ensañamiento? Son preguntas que lanza la autora de 'Parir. El poder del parto', donde subraya que, para dar a luz bien, se necesita lo mismo que para hacer bien el amor: intimidad, confianza, sentirse segura y respetada. Consuelo Ruiz Vélez-Frías, matrona rebelde y luchadora que falleció en el 2005 a los 91 años y que en los años 50 publicó el libro 'Parto sin dolor', sentenció que «parir es como cagar, un acto fisiológico». Olza se realiza, pues, la siguiente pregunta: «¿Quién es capaz de defecar tumbado con las piernas en alto y rodeado de desconocidos?»

El libro de Olza –que califica de «violencia obstétrica» muchas de las prácticas habituales en los quirófanos– cuenta con un prólogo de la cineasta Icíar Bollaín ('También la lluvia', 'El olivo'), cuya experiencia como madre la llevó a realizar el corto 'Por tu bien'. «El parto es pura fuerza, pura potencia. Si las mujeres somos capaces de sentir que nos estamos muriendo, pero seguimos adelante, es que somos capaces de todo. Hayas parido o no. Como mujeres, tenemos esa capacidad. Rodearlo de miedo es neutralizar esa potencia», concluye la directora.