EL PERIÓDICO EN CATALÁN CUMPLE 20 AÑOS

Ciberespacio en catalán

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Carmen Jané

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En 1997, cuando se creó la edición catalana de EL PERIÓDICO no existía Google (1998), ni Facebook (2004) y ni siquiera los móviles conocían internet. Y hasta una década más tarde, tampoco habría estadísticas oficiales de uso de internet ni de ordenadores.

En ese contexto difícil de imaginar hoy, el rotativo, que fue el primero en lanzar una web de la prensa diaria en España en mayo de 1996, incorporó a la web su edición catalana desde el principio, con el volcado de toda la edición diaria en formato PDF. Ampliaba así la oferta digital en catalán que lideraba, casi en solitario, Vilaweb desde 1995.

Más de 100.000 webs utilizan el dominio .cat, el único creado para defender una lengua

Todo era tan nuevo que no existía ni la Wikipedia (2001), aunque la Enciclopedia Británica ya había anunciado su intención de ser solo on line. Los internautas creaban páginas personales en las comunidades de Geocities, buscaban en Altavista, Excite o Yahoo, enviaban mensajes por los chats (el IRC Hispano había comenzado un año antes) o por SMS y navegaban usando un Netscape al que le había salido un nuevo rival, Internet Explorer (agosto 1995).

Aún habían reproductores VHS en las tiendas aunque el DVD, recién salido del horno, amenazaba con imponer una nueva forma de ver películas, eligiendo el idioma. Y el CD y las primeras llaves USB estrenaron el canon digital en 1996.

Pero la lengua catalana ya estaba en internet, porque los usuarios catalanes han sido tradicionalmente early adopters, y han  reivindicado su lengua también en el entorno digital. La edición catalana de la <strong>Wikipedia</strong> fue la segunda en aparecer tras la inglesa y es una de las más reputadas por la cantidad de artículos "de calidad" y en Twitter, es la 23ª lengua más usada.

Voluntarios han suplido la aportación de las empresas en traducciones y contenidos

El catalán es también la única lengua en contar con un dominio propio para un ámbito lingüístico y cultural, el <strong>.cat</strong>, tras el veto a tener un dominio territorial (el .ct). Una reivindicación que se logró en el 2004, cuando las políticas del ICANN, el organismo que regula los dominios en internet, se relajaron y los buenos oficios del abogado catalán Amadeu Abril, miembro del consejo de gobierno de la entidad hasta el 2003, lograron la aprobación del .cat. Desde entonces, lo usan 111.495 páginas web, según datos de la Fundació Puntcat del pasado martes, cinco veces más que en el 2006, cuando llevaba un año activo.

La "CiberCatalunya", en expresión feliz de la periodista y historiadora del movimiento 'hacker' Mercè Molist, se constituyó pronto gracias a informáticos e investigadores con listas de correo (las antiguas redes sociales) y encuentros presenciales. Fue pionera al crear el primer servidor español en Vic, con Servicom (1993), por Eudald Domènech y Alberto Lozano. Y el primer directorio en catalán, la Infopista / The Catalan Freeway, de Vicent Partal Assumpció Maresma, en 1995, desde Londres. Yahoo no tendría versión catalana hasta el 2002, subvención pública mediante.

Catalanizar el software

Usar software en catalán no ha sido un camino fácil. La mayoría de los programas libres de derechos han sido traducidos de forma altruista por los voluntarios de<strong> Softcatalà</strong>, una entidad no lucrativa que agrupa a informáticos y lingüistas y que nació hace casi 20 años por el interés de dos amigos, Jordi Mas y Miquel Piulats. Sin subvenciones y con la única ayuda de universidades para el hosting, sus voluntarios han traducido más de 150 programas, entre ellos versiones de Linux, Mozilla y LibreOffice, y han puesto on line traductores y correctores que suman millones de visitas cada mes.

Las empresas tecnológicas han optado por traducir sus plataformas a cada idioma

Porque el escaso mercado de los aplicativos en catalán hizo que, al principio, las grandes multinacionales del software se hicieran mucho de rogar para comenzar a traducir sus programas, como los 80 millones de pesetas (400.000 euros) que cobró Microsoft a la Generalitat por traducir Windows 98 en una versión que salió tarde y mal.

En Windows sigue sin poderse elegir el catalán como idioma desde la instalación  sino que hay que descargar una capa de idioma (técnicamente un ILP) para adaptarlo, aunque en Windows 10 lo han simplificado. Apple ofrece el catalán como idioma en Mac desde la versión Snow Leopard (2009). En móvil, el iPhone 4 (2010) fue el primero con interfaz en catalán, y los Android no la tuvieron hasta la versión 2.3.4 (Gingerbread), en el 2011.

En los asistentes virtuales, ni Siri ni Google ni Alexa (el de Amazon) han aprendido. Tampoco en electrónica, los sistemas operativos hablan catalán. Softcatalà tiene censados 412 aparatos en catalán, en su mayoría móviles, de los que 291 se pueden configurar y 295 incluyen corrección ortográfica.

Más éxito hay en las redes sociales, aunque Linkedin e Instagram se resistan. "Las empresas tecnológicas han entrado en la globalización y saben que tienen que adaptarse a todos los mercados. Google, Facebook, Twitter… han acabado entendiendo que la gente quiere trabajar en su lengua", señala Jordi Mas, coordinador de Softcatalà.

Las redes neuronales

El panorama se espera que mejore con el tiempo. "Las redes neuronales, que es lo que ahora se aplica para la traducción automática, se desarrollan independientemente del idioma, solo hay que entrenarlas con datos nuevos", explica Lluís Padró, miembro del grupo de procesamiento del lenguaje natural TALP de la UPC. "Es cierto que en catalán no hay tantos datos como en otros idiomas, como el inglés o el castellano, pero llevamos años construyendo recursos y no estamos tan mal en comparación con lenguas como el danés o el sueco. Hasta el dictado en Whatsapp en catalán funciona bastante bien", afirma.

Para llegar a eso ayuda la tarea muchas veces oscura del Termcat, dependiente de la Conselleria de Cultura, que lleva años adaptando con prontitud los términos que han surgido relacionados con las nuevas tecnologías, y las investigaciones de universidades como la de Barcelona, la Pompeu Fabra y la UPC que han ido exportando ingenieros y lingüistas a las grandes compañías. Y la UOC ha sido la primera universidad on line.

El 65% de las webs catalanas tienen versión en catalán. Las empresas han apostado claramente por tenerla

Éxito desigual han tenido las administraciones públicas. Se creó la Xarxa de Telecentres de Catalunya (2002), se enseñó ofimática e internet a amplias capas de la población desde ayuntamientos y 'consells comarcals' y se han digitalizado los trámites ciudadanos y el funcionamiento interno, pero antes hubo errores monumentales. Fue el caso de Olé, el buscador auspiciado por la Fundació Catalana per la Recerca, que hubo que vender en 1996 por orden del entonces 'conseller' Macià Alavedra tras las quejas de Esquerra Republicana de que se destinasen recursos públicos catalanes a un buscador de webs con nombre "tan folclórico" y "en castellano".

Los creadores, Pep Vallès y su jefe, José Gaspa Rovira, se quedaron con el proyecto por 200.000 pesetas y lo vendieron, ingeniería fiscal mediante, a Telefónica por 2.000 millones (12 millones de euros). Fue el primer y mayor 'ciberpelotazo' que se recuerda en Catalunya, que acabaría en los tribunales años después.

La burbuja de internet, con contenidos en castellano, llevó a muchos emprendedores 'on line' a Madrid, aprovechando las inversiones de bancos y grandes empresas, a veces sin demasiado juicio. Y tras el pinchazo mundial, tardaron años en volver, hasta el cambio de signo económico y el impulso del Mobile World Congress y la Mobile World Capital.

Escuelas a paso firme

El futuro, en cambio, es más prometedor. Las escuelas han ido entrando a internet a su paso pero firmes. La 

Xarxa Telemàtica Educativa de Catalunya (XTEC) lleva conectando escuelas desde 1991 y hoy casi todos los colegios catalanes han incorporado la tecnología, tienen web y enseñen a sus alumnos incluso a crear aplicaciones móviles, con programas como la <strong>MSchools</strong> o comienzan a introducir tímidamente la programación.

Las subvenciones públicas se han limitado a proyectos más pequeños, como apps, ebooks y webs. Una de las últimas, el directorio Appsencatala.cat, languidece hoy por falta de apoyos. "Las apps en catalán no funcionan como negocio. No hay público ni para el castellano. En apps solo funciona el inglés, porque nadie tampoco paga más para que una app esté en catalán", avisa Pau Font, creador de Appsencatala.cat.

Trabas tecnológicas

En este sentido, la base tecnológica tampoco ayuda. "Si un usuario tiene configurado el móvil en catalán e instala una app que no está en catalán, y el programador no lo ha configurado bien, la app se instala por defecto en inglés. Y para evitar eso, muchos dejan el sistema operativo del móvil en catalán", añade.

Los avances en traducción automática harán que nos podamos olvidar de la lengua, dice un experto

El 65% de las webs catalanas tienen versión en catalán, según el Wiccac, la asociación de webmasters catalanes.

"Una empresa hoy no puede permitirse no estar en catalán, aunque cada vez se ven más empresas catalanas que si tienen que elegir hacen la web solo en un idioma, lo hacen en inglés, por un tema de mercado", avisa Eudald Domènech.

"La sensación es que los contenidos en catalán son de más calidad porque están más cuidados, pero se van reduciendo porque no salen los números para rentabilizarlos", señala <strong>Andreu Veà</strong>, presidente de <strong>Internet Society Spain</strong> Digital Champion Spain, una especie de embajador ante la UE de la Agenda Digital española. "Pero Google está avanzando en la traducción automática de tal manera que dentro de poco vamos a ver un salto exponencial que nos hará olvidar el tema lengua y cada uno escribirá en lo que quiera", avisa.

"El catalán se sigue usando intensivamente en internet y es parte del empoderamiento ciudadano que da la Red. Pero esa expresión libre se está concentrando en unas pocas plataformas que están en manos de hiperempresas como son Google, Facebook o Twitter, capaces de condicionar los discursos", señala Artur Serra, director de investigación del Citilab.