PRESCRIPTORAS DEL LÍDER NORCOREANO

Ri Sol-ju y Kim Yo-jong: dos mujeres para un dictador

La esposa y la hermana de Kim Jong-un rompen la masculinidad del régimen

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ADRIÁN FONCILLAS

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Los asuntos de familia pueden ser muy áridos en Corea del Norte porque Kim Jong-un también poda su árbol genealógico en temporada de purgas. Su hermano Kim Jong-nam fue envenenado en un aeropuerto malasio en diciembre y su tío y mentor Jang Song-thaek fue colocado en el 2013 frente a un pelotón de fusilamiento de baterías antiaéreas. Pero en el régimen más testosterónico del planeta, dos mujeres aguantan grapadas al núcleo de confianza del jovenzuelo dictador. Son su esposa, Ri Sol-ju, y su hermana, Kim Yo-jong. Sus biografías son necesariamente un 'collage' de retales recogidos de la prensa oficial, desertores y servicios de espionaje surcoreanos. 

Sobre la «camarada Ri» emergieron las conjeturas cuando fue fotografiada junto al líder en diciembre del 2011 en el funeral de su padre, Kim Jong-il. Se desconoce todo de su vida anterior: unos aseguran que fue cantante y otros sostienen que fue animadora de los equipos deportivos nacionales que viajaban por Asia y que ese pedigrí propagandístico aceitó la boda con Kim. 

El matrimonio tuvo en agosto a su tercer descendiente. La abstracción del género es necesaria porque se desconoce si fue niño o niña. Se sabe apenas que la segunda fue una niña porque Denis Rodman, el exbaloncestista de la NBA e íntimo amigo del dictador, lo desveló tras una de sus visitas a Pyongyang. No extrañará que el matrimonio siga aumentando la familia hasta dar con el varón que necesita la única dinastía leninista hereditaria del mundo. 

Algo así como una ‘influencer’

Ri ha roto la tradición del clan. Kim Jong-il nunca mostró en público a sus cuatro mujeres ni a su nutrida descendencia. La presencia mediática de Ri es tan habitual que sus escasos paréntesis estimulan debates sobre si está embarazada o ha sido purgada. Ri, de rasgos suaves, es lo más parecido a una 'influencer' norcoreana. Su marido levantó años atrás la prohibición de minifaldas y tacones y por esa vía ha renovado Ri la moda nacional. La pujante y mimada clase alta de Pyongyang escruta su vestuario en busca de inspiración. Ri no triunfaría en Milán o París, pero su estilo es revolucionario en el país del formol. Un diseñador norcoreano ha creado una línea de falsificaciones de sus prendas para que las norcoreanas puedan vestirse como Ri. También se sabe de su gusto por las marcas de lujo occidentales a pesar del embargo internacional. Ri fue fotografiada con un bolso de Christian Dior de 1.600 dólares, el equivalente a 16 salarios medios. 

Hijos de una bailarina

Tampoco se sabía mucho de Kim Yo-jong hasta que su hermano mayor la colocó meses atrás en el Politburó. Nació en algún momento entre 1987 y 1989 y comparte madre con él. Se trata de Ko Yong Hi, la tercera y favorita esposa de Kim Jong-il. Fue una bailarina nacida en Japón e integró la prestigiosa Mansudae Art Troupe. Ni siquiera la diferencia de kilos oculta el parecido entre los dos hermanos.

Su vida ha transcurrido en paralelo a la del dictador, desde que estudiaran en un elitista colegio internacional de Suiza hasta que fueran incluidos meses atrás en la lista de sancionados por Estados Unidos por cometer «serios abusos de derechos humanos». Los servicios de espionaje aseguran que se casó en el 2015 con el hijo más joven de Choe Ryong-hae, el poderoso secretario del Partido de los Trabajadores.

Michael Madden, un reconocido norcoreólogo, ha explicado que ejerce de asesora áulica de su hermano y gestiona todo lo relacionado con sus apariciones públicas: itinerario, calendario, logística y seguridad. Dicen de ella que ha lavado la cara al mohoso culto a la personalidad con técnicas occidentales que favorecen su imagen de cercanía. Ella estaría detrás de la amistad con Dennis Rodman, de las visitas a los parques de atracciones para jóvenes o de las fotografías rodeado de campesinos o trabajadores de fábricas.

No es raro que las meteóricas carreras como la de Kim Yo-jong tengan un final abrupto y desgraciado en un sistema que sublima la desconfianza. Es su condición de mujer la que evita que sea percibida como una amenaza.