'Homo sordens'

Pablo Foncillas

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Están por todas partes y tienen una discapacidad profunda. Es una carencia auditiva intensa. En ocasiones la desarrollan poco a poco. Con el paso de los años, y los ascensos, se ve que el tímpano se resiente y no es capaz de transmitir nada… ¿para qué, si ya están satisfechos de sus propias ideas? Otras veces la sordera está relacionada con los ceros, aquellos que hay en la cuenta bancaria. Los que la padecen de forma más severa son los que reúnen ambos problemas, exitosos y millonarios. Aunque ricos, pobrecillos ellos y los que le rodean.

Son una especie humana evolucionada del homo sapiens. Son los homo sordens. Conozco muchos. Los veo en los comités de dirección, consejos de administración, presidencia o incluso en las empresas familiares hablando de innovación.

¿Que no los han visto? Hagan la prueba del algodón o del sonotone, tanto monta. Lo primero que necesitamos es un supuesto sordens (yo he tenido algunos como alumnos en el IESE, les presto uno cuando quieran). Hablen con él y cuéntenle algo muy evidente, pero mucho. Enseguida verán, si es uno de verdad, cómo sus palabras han entrado en un agujero negro y su interlocutor, por ponerle un nombre a eso, ha puesto el salvapantallas en la oreja. Estos seres tienen una habilidad innata para ignorar lo indiscutible. Son admirables en la negación de lo cierto. Otra forma de descubrir a un sordens es observando su actitud cuando parece pedir consejo. Él hará ver que consulta con usted pero si usted trata de aportar alguna propuesta innovadora, rápidamente verá que es un ejercicio estéril puesto que en ningún momento el sistema auditivo del sordens está activo y procesando nada de lo que le dice.

A los homo sordens se les caza al vuelo pero sobre todo en tierra, sentados en despachos enormes, en el vértice de las empresas, dirigiendo proyectos, presupuestos pero sobre todo ilusiones rotas, corazones desesperados, los de sus colaboradores (trabajar con un individuo de esta especie produce muy escasas satisfacciones, lo digo por experiencia). Es triste, pero ahora tenemos numerosos representantes de esta especie apreciados por ser precisamente eso, homo sordens. Ser sordens, por ejemplo en política, es fashion, mola, cotiza al alza. Tristeza total.

Exitosos y millonarios del mundo, para no mutar a sordens hay que mantenerse alerta. Es normal transformarse en uno de ellos, porque tienen un refuerzo negativo muy potente. Ellos piensan, ¿si me va bien por qué debería actuar de forma diferente?

Las preguntas interesantes para mí son otras: ¿Qué sería capaz de conseguir si fuera un homo escuchens? ¿Cuánto mejorarían las cosas? ¿Cuánto innovaríamos? A veces escuchar a nuestro alrededor es lo más complejo. Los jefes (y conozco muchos) que, por lo general, he visto que eran admirados son los homo escuchens, profesionales bravos con orejas valientes. A veces escuchar es lo más difícil, lo más rupturista e innovador. Escuchemos más.