LA NUEVA ESTRELLA DE LA NBA

El unicornio Porzingis seduce hasta al Madison

El jugador letón ha convertido a los New York Knicks en un equipo divertido de ver por primera vez en muchísimos años

Porzingis se cuelga del aro ante Charlotte en el Madison.

Porzingis se cuelga del aro ante Charlotte en el Madison. / periodico

Albert Guasch / Barcelona

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Hace unos días, en el día de HalloweenKristaps Porzingis se puso una máscara y, como chico de su tiempo que es, se hizo una foto que colgó de inmediato en su cuenta de Instagram. Era la máscara de un unicornio. Es decir, se disfrazó de sí mismo. Es el apodo que le puso Kevin Durant y que ha hecho fortuna. Como el blanquecino animal mitológico capaz de derrotar a enemigos más grandes y fuertes, Porzingis va a ser, a juicio del alero de Golden State, "una fuerza todopoderosa" dentro de la NBA.  

"Es único. Hay que valorar lo que hace. En una ciudad como Nueva York, donde todo se observa con lupa, el chico está progresando a una velocidad ultrarápida", sentenció Durant, considerado uno de los jugadores en activo más atento a lo que discurre en la liga estadounidense de baloncesto.

Porzingis, de Letonia, tan solo 22 años, no está decepcionando las elevadas expectativas de Durant ni, sobre todo, las de los New York Knicks, la franquicia que le eligió en el número 4 del draft en el 2015. Al contrario. Porzingis ha llenado de adrenalina el Madison Square Garden como hacía muchos lustros que no se veía.

Sin detractores

Segundo máximo anotador de la competición, con más de 30 puntos por partido, solo por detrás del griego Giannis Antetokounmpo, el ala-pívot letón ha concentrado un entusiasmo alrededor de su figura altamente inusual. Hay que conocer la naturaleza de la afición de los Knicks: los apasionados conviven con los siempre abundantes disconformes. Pat Ewing, Latrell Sprewell Carmelo Anthony acusaron, incluso durante sus mejores rachas, las críticas de los detractores, tanto de la grada como de los tabloides.

Con Porzingis parecen haberse esvanecido hasta los escépticos. No es fácil en Nueva York. No lo es. Y menos para un europeo, siempre sospechosos de carecer del gen fiero de la competitividad hasta demostrarse lo contrario. A ver cuánto dura el idilio.

Los Knicks, conviene decirlo pronto, no apuntan a grandes gestas esta temporada. Pero se han convertido en un equipo la mar de divertido de ver, y eso hace muchísimo tiempo que no sucedía. Aspirantes a algo serio no lo son desde mediados de los años 90, la época de Pat Ewing, Allan Houston y Jeff Van Gundy. Y el título no se gana desde principios de los 70. Todo muy prehistórico.

Como se ha dicho, la franquicia neoyorquina sufrirá para entrar en los play off, pero gracias sobre todo a Porzingis las entradas para el Madison vuelven a estar muy buscadas. Perdieron los Knicks los tres primeros partidos de la temporada y, sin embargo, encadenaron seis victorias en siete encuentros, dos de ellas logradas con remontadas excitantes en casa. De 19 puntos ante Indiana y de 15 ante Charlotte. Y el letón fue tan protagonista que el Madison le coreó aquello del "¡MVP, MVP!". Sí, ya en noviembre. En fin.

Cuerpo robustecido

Porzings mide 2,21, más que la mayoría de los pívots, pero se mueve y tira como un escolta. Hace dos temporadas, cuando llegó procedente del Cajasol Sevilla, donde le entrenaba Aíto García Reneses, aparentaba necesitar algunos bístecs. Ahora, este verano, ha robustecido su cuerpo. Y se le nota sobremanera en el juego. 

Simpático y risueño, desprende un aire de autenticidad que ha seducido a una audiencia que va más allá de la Gran Manzana. Cuando Phil Jackson, director general hasta hace unos meses, sondeó la posibilidad de traspasarle, ni su aura legendaria le salvó de los furibundos reproches. Muy sonada fue una reunión que Jackson mantuvo antes de verano con Porzingis y que se saldó con un portazo del jugador. Demostró carácter.

Porzingis encandila más que nunca en esta tercera temporada y Jackson se cuenta entre los jubilados de la canasta. Y del traspasado Carmelo Anthony nadie se acuerda ya. Larga vida al unicornio.