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Ciencia sin ánimo de lucro desde Les Corts

Science for Science, nacida en Químicas de la UB, propone "un sistema alternativo y más justo" de publicación de artículos científicos

Miembros de Science for Science 8Patrick Gamez, Jordi Ribas, Guillem Aromí y Leoní Barrios.

Miembros de Science for Science 8Patrick Gamez, Jordi Ribas, Guillem Aromí y Leoní Barrios.

Beatriz Pérez

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La industria editorial científica es un negocio colosal, pese a que el trabajo está hecho exclusivamente por los propios científicos. Son ellos quienes buscan ideas y subvenciones, presentan proyectos, investigan y obtienen resultados. El trabajo final es valorado, guiándose por estándares de excelencia, por otros colegas de profesión. "Pero para publicar nuestro artículo, aparte de cederle los derechos a la editorial de turno, tenemos que pagar", denuncia Patrick Gamez, investigador y profesor de la Facultad de Químicas de la UB (Martí i Franquès, 1). Y pagan cifras muy elevadas, que pueden rondar los 3.000 euros. A veces 5.000, dependiendo del prestigio de la publicación, como es el caso de Nature Publishing Group, del que forma parte la revista Nature. Todos estos costes recaen sobre las arcas públicas del Estado.

Este es el principal motivo por el que se creó, en abril del año pasado y en esta facultad de Químicas, la asociación Science for Science (Science2), de la que Gamez es presidente. "La industria editorial científica es muy perniciosa, porque se aprovecha del potencial científico y de recursos económicos públicos", añade Guillem Aromí, profesor asociado y secretario de la entidad. Science for Science propone un "sistema alternativo y más justo". "Queremos hacer el papel de las grandes editoriales pero sin ánimo de lucro", dice Aromí.

Accesibilidad

El secretario de Science2 critica también los mecanismos de acceso a los artículos publicados: "Existen dos maneras. La primera, por suscripción. Por ejemplo, la UB paga un millón de euros al año para que sus investigadores puedan consultar lo publicado. La segunda, por acceso libre. Pero, en este caso, los investigadores deben pagar para que su artículo tenga libre acceso en un foro de prestigio".

Así, esta asociación funciona como una editorial, pero cobrando lo mínimo indispensable (500 euros) por la publicación de cada artículo en su revista, Chemistry2 que se creó el pasado diciembre. Y todos los excedentes van dirigidos a la creación de becas para jóvenes investigadores. Chemistry2 es, de momento, la única revista de Science2. Esta asociación tiene solo cinco miembros fijos, aunque otros muchos asociados. "Somos tan pocos porque no queremos perder capacidad de decisión. Tememos que miembros de las grandes editoriales se metan y voten contra nosotros", añade Gamez.

Dentro de dos años

En sus tres primeros meses de vida, Chemistry2 ya ha publicado un artículo de alto nivel y muy pronto publicará un segundo. "De momento solo tenemos el apoyo de científicos que ya tienen mucho prestigio y que pueden permitírselo", explican Gamez y Aromí. El caso de los jóvenes es diferente, pues ellos necesitan ver cómo sus trabajos se publican en revistas de mucho prestigio para hacerse un nombre. Los miembros de Science2 confían en que su proyecto se consolide en los próximos dos años y alcance el prestigio que aún no tiene a causa de su corto recorrido.

La investigadora en la UB Leoní Barrios también es miembro de la asociación, donde desempeña el cargo de editora de la revista. Gestiona los artículos, busca personas cualificadas para evaluar los artículos y controla los criterios de calidad y de rigor, entre otras funciones. "Yo trabajé hace años en una editorial y sé que en ellas los editores trabajan gratis. Son empresas en las que prima el dinero por encima de la calidad", asegura. Según ella, mucha gente se lucra en esta industria editorial, pese a que quienes trabajan son los científicos. "Las editoriales nos necesitan, pero nosotros a ellas no", sentencia.