PROTECCIONISMO AL ALZA
Trump abre la guerra comercial con Asia
Idoya Noain
Corresponsal en EEUU
Corresponsal en Estados Unidos desde 2001.
Idoya Noain
El infame “muro” de Donald Trump en la frontera con México sigue sin cobrar forma pero las múltiples barreras que el presidente de Estados Unidos está alzando con su filosofía proteccionista, nacionalista y aislacionista del “América primero” son muy reales. Este lunes su Administración anunció la imposición de aranceles a las importaciones de paneles y células solares (provenientes sobre todo de China) y de lavadoras (principalmente de Corea del Sur). Se advirtió que pronto pueden seguir tarifas similares sobre acero, aluminio y otros productos. Días antes de que Trump acuda a la reunión de Davos, su declarada guerra al libre mercado y comercio, que ha hecho saltar las alarmas en las élites de una economía globalizada, entra en una nueva fase.
Trump, que poco después de llegar a la Casa Blanca abandonó el Acuerdo Comercial Transpacífico con 12 naciones que había gestado Barack Obama y que está renegociando con México y Canadá el Acuerdo de Libre Comercio, está cumpliendo una promesa de campaña, convirtiendo en acciones la dura retórica con la que se ganó el fervor de buena parte de los votantes de clase trabajadora. Pero sus acciones tienen derivadas complejas. Puede exacerbar las tensiones con socios comerciales y también provocar una escalada en medidas de respuesta que acaben afectando negativamente a trabajadores y consumidores estadounidenses.
Críticas y apelaciones a la OMC
De momento China y Corea del Sur, que han criticado duramente los aranceles, como India o México, ya han anticipado que podrían recurrir a la Organización Mundial de Comercio. Y la última vez que EEUU impuso medidas similares, en el 2002 al acero con George W. Bush, el organismo dictó en contra de Washington, que para el año siguiente daba marcha atrás. “La preocupación es que estamos en un punto de inflexión”, le ha dicho a 'The Wall Street Journal' Chad Bown, un experto del Instituto Peterson para Economía Internacional.
En el caso de los paneles y las células solares se imponen aranceles durante cuatro años. Aunque los primeros 2,5 gigawatios estarán exentos para facilitar el acceso a esos componentes de bajo precio, a partir de ahí estarán tasados con un 30%, un porcentaje que luego irá bajando gradualmente hasta el 15%. En el de las lavadoras, los primeros 1,2 millones de los electrodomésticos tendrán un arancel del 20% y, a partir de esa cantidad, del 50%. También se impone una tarifa del 50% a las partes y los aranceles están previstos para los próximos tres años, un periodo en el que también se irán reduciendo.
La base argumental de la Administración Trump para tomar la polémica medida es que las importaciones están provocando “grave daño” a productores estadounidenses, según explicó en un comunicado el jefe de comercio exterior, Robert Lightizer. Algunas empresas que las habían solicitado han hecho más que aplaudirlas y han dado ya material de promoción a Trump. Whirpool, por ejemplo, ha anunciado que añadirá 200 puestos de trabajo a una fábrica en Ohio para cubrir lo que espera que sea un aumento de la demanda.
Una economía globalizada
La ecuación no es, sin embargo, tan fácil, especialmente en un mundo donde hace tiempo se globalizaron las cadenas de producción y se crearon complejas estructuras de propiedad que hacen borrosas las fronteras de nacionalidad. Algunas de las compañías a las que en principio debe favorecer la medida, como las empresas solares Suniva y SolarWorld Americas, son total o parcialmente de propiedad extranjera (en esos casos de China y Alemania). Y empresas extranjeras que tienen fábricas en EEUU, como las surcoreanas Samsung o LG Electronic, defienden que ellos también dan empleo a estadounidenses y advierten de que esos puestos de trabajo pueden verse afectados, igual que los consumidores, que pueden ver subir los precios.
El aplauso tampoco es unitario incluso en el mundo empresarial. La Asociación de Industrias de Energía Solar, por ejemplo, se opone a los aranceles y su presidenta, Abigail Ross Hopper, ha dicho que “crearán una crisis en una parte de nuestra economía que estaba creciendo, lo que acabará costando sus empleos a decenas de miles de trabajadores estadounidenses”.
Sessions declara ante el fiscal del ‘Rusiagate’
El fiscal especial de la trama rusa, <strong>Robert Mueller</strong>, interrogó la semana pasada al fiscal general (ministro de Justicia) de EEUU, <strong>Jeff Sessions</strong>, el primer miembro de la Administración Trump en activo en declarar sobre los posibles lazos entre miembros de la campaña del presidente y el Gobierno ruso. «No estoy para nada preocupado», afirmó Trump al respecto. Sessions tuvo que inhibirse de la investigación por haber ocultado al Senado sus encuentros durante la campaña con el entonces embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak.
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