LAS RELACIONES CON OCCIDENTE

El 2017, el año en que la propaganda rusa se estancó

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, detrás de una ventana del edificio de la embajada ecuatoriana en Londres.

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, detrás de una ventana del edificio de la embajada ecuatoriana en Londres. / LT

Marc Marginedas

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Al acabar el año 2016, se extendió la percepción entre los comentaristas y expertos internacionales de que la maquinaria propagandística del Kremlin funcionaba a toda máquina.  Los británicos habían votado a favor de abandonar la UE y los estadounidenses habían elegido a Donald Trump como presidente, en procesos electorales en los que se detectaban poderosas campañas de influencia dirigidas desde Moscú.

Tras este 2017, las sensaciones son muy diferentes, y apuntan a un relativo estancamiento.

La ausencia de efecto sorpresa y la experiencia vivida en EEUU y el Reino Unido redujeron la efectividad de la propaganda rusa en las presidenciales de Francia, empujando a la sociedad civil y a las autoridades del país a prevenirse ante campañas propagandísticas desde el extranjero. Importantes diarios como 'Le Monde' lanzaron plataformas para verificar la fiabilidad de las noticias, al tiempo que la Comisión Electoral emitió advertencias para impedir que informaciones falsas difundidas por RT o Spútnik se reprodujeran en los medios de comunicación locales.

De esta manera, noticias publicadas por la agencia estatal rusa que calificaban a Macron de "agente de Estados Unidos"  y daban a entender que era un homosexual "apoyado por un rico lobi gay" apenas impactaron en la opinión pública francesa. El director de campaña del presidente francés llegó a denunciar centenares o miles de ciberataques contra las bases de datos de su formación, que no impidieron el triunfo del candidato centrista.

La clase política alemana también esperaba con inquietud las legislativas de septiembre, en especial debido al robo, hace dos años, por parte de piratas informáticos respaldados por Rusia de 16 gigabytes de información confidencial de los ordenadores del Bundestag, la Cámara baja del Parlamento alemán. 

Los temores, sin embargo, no se materializaron, y la injerencia rusa apenas hizo su aparición en las semanas previas a los comicios. Las características de la vida política alemana, donde a diferencia de EEUU o el Reino Unido no existe polarización acerca de los grandes temas nacionales, así como el 'pacto de caballeros' al que llegaron las principales fuerzas políticas para no explotar filtraciones interesadas producto de ciberataques probablemente desanimaron a los propagandistas rusos, estiman los expertos. Además, los medios de comunicación tradicionales mantienen un elevado grado de confianza entre la ciudadanía alemana, que desconfía de las noticias procedentes de las redes sociales.

Injerencia en Cataluña

Donde sí que existió ese efecto sorpresa fue en la crisis sobre la independencia catalana del mes de octubre. El bloguero Julian Assange,  responsable de la filtración de los correos robados al  Partido Demócrata por piratas informáticos rusos que tanto dañaron la credibilidad de Hillary Clinton, tuiteó con insistencia a partir del mes de septiembre acerca de la crisis catalana, desacreditando a medios de comunicación como EL PERIÓDICO que criticaban la unilateralidad, y contribuyendo además a extender la percepción entre muchos catalanes de que el independentismo libraba una vanguardista lucha por la autodeterminación de las naciones sin Estado. 

A diferencia del caso estadounidense o alemán, durante la crisis catalana no ha habido episodios de ciberguerra, es decir, robo de documentos comprometedores,  aunque el impacto de los miles de bots que reprodujeron noticias falsas acerca del referéndum del 1-O y el 'procés' está pendiente de ser valorada por los expertos. 

Las inminentes elecciones legislativas italianas, donde dos importantes fuerzas políticas como la Liga (antigua Liga Norte) y el populista Movimiento 5 Estrellas defienden abiertamente posiciones pro-Kremlin, constituyen una nueva oportunidad para la propaganda rusa.