May salva las negociaciones in extremis haciendo concesiones a Bruselas

La primera ministra británica, Theresa May,  junto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

La primera ministra británica, Theresa May, junto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. / periodico

Begoña Arce

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Las palabras mágicas, “suficiente progreso”, evitaron que el Reino Unido acabara marchándose dando un portazo de las negociaciones del ‘brexit’ y que la primera ministra británica, Theresa May, salvara la piel. Ni el Reino Unido, ni la Unión Europea, querían esa ruptura. A May le iba en ello la supervivencia política. La semana que acaba fue la más difícil para la primera ministra británica, que lleva meses en la cuerda floja. Su posición era crítica tras el veto unionista el lunes del acuerdo sobre la frontera irlandesa.  Tras el fiasco, comenzaron  gestiones frenéticas entre Londres, Bruselas, Dublín y Belfast que concluyeron a las cinco de la madrugada del viernes, cuando May puso rumbo a Bruselas.

Cambios sustanciales

El pacto incluye nuevas garantías para Irlanda del Norte sobre la frontera en la isla. La líder del Partido Democrático Unionista (DUP), Arlene Foster, celebró que se hayan realizado “sustanciales” cambios, pero advirtió que “aún queda mucho trabajo por hacer”. “Nos satisface el ver esos cambios, porque para mí eso significa que no hay una barrera en el Mar de Irlanda y tenemos una confirmación muy clara de que todo el Reino Unido sale de la Unión europea, deja el mercado único y la unión aduanera”, declaró Foster. Ahora bien, “hay asuntos que queremos que se aclaren. Básicamente faltaba tiempo. Creo que hubiéramos necesitado volver y hablar de nuevo sobre esos asuntos, pero la primera ministra ha decidido ir a Bruselas con el texto y ha dicho que lo hacía en el interés nacional”, añadió. 

En Dublín, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, saludó con prudencia “un día muy importante” para las negociaciones del ‘brexit’. “Este no es el final, pero es el final del principio”, afirmó, señalando que su país permanecerá “vigilante durante la segunda fase” de las negociaciones.

Líneas rosas

Las implicaciones del alineamiento reglamentario pueden reavivar la lucha que se libra en el partido conservador. Algunas de las líneas rojas marcadas por May se han tornado de color rosa. El acuerdo indica que, “en ausencia de soluciones pactadas, el Reino Unido mantendrá el alineamiento completo con las reglas del mercado interno y la unión aduanera”. Es la fórmula de un ‘brexit’ suave, en condiciones muy diferentes a lo que se les contó a los votantes.

El Reino Unido reconoció oficialmente el viernes  que pagará entre 40.000 y 45.000 millones de euros por la factura del divorcio. Además se prolongará durante ocho años la influencia del  Tribunal Europeo de Justica, sobre los derechos de los europeos residentes en el Reino Unido. A pesar de todo los euroescépticos respaldaron el acuerdo. El ministro de Medioambiente, Michael Gove, una de las voces más influyentes en favor del ’brexit’ duro, consideró el pacto, “un logro político significativo y personal de la primera ministra”. El titular de exteriores, Boris Johnson, de la misma cuerda que Gove,  también “felicitó” a May. “Ahora podemos forjar una profunda y especial relación con nuestros amigos y aliados europeos, al tiempo que somos fieles al resultado del referéndum retomando el control de nuestras leyes, dinero y fronteras en todo el Reino Unido”.

Acuerdo humillante

El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, pidió “más claridad” sobre el acuerdo. "Hemos pedido mantener las fronteras del mercado único y de la unión aduanera por un periodo de transición, lo que no se especifica. Se necesita claridad sobre esto", El eurodiputado, Nigel Farage, impulsor del referéndum para la salida de la UE, considera que lo acordado por May es “humillante y una traición a los 17,4 millones de británicos que votaron por el ‘brexit’”.