CONGRESO DEL PCCH

Xi Jinping se agarra a la silla en China

Los rumores señalan que el presidente quiere alargar su mandato más allá de los límites constitucionales

xi jinping

xi jinping / periodico

Adrián Foncillas

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Xi Jinping persigue una China renovada con la economía basada en la innovación, un Ejército moderno, una extensa clase media y el liderazgo global. Ocurre que el presidente estima que esa China no llegará hasta el 2035 y su mandato termina en el 2022.

Abundan los rumores de que Xi pretende reventar los corsés del partido comunista que confabulan contra sus ínfulas mesiánicas. Consistiría en retorcer las estructuras establecidas para graparse al poder, más o menos como Vladimir Putin, quien regateó la prohibición de mandatos consecutivos por persona interpuesta. La casuística ordena que los presidentes chinos disfruten de dos mandatos de cinco años y que los miembros del poderoso comité permanente del Politburó se jubilen a los 68 años. 

Algunas señales apuntan en esa dirección. La más clara es la febril agenda de Wang Qishan, el poderoso zar contra la corrupción e íntimo de Xi. Wang se ha reunido en las últimas semanas con consejeros de Donald Trump y con el primer ministro singapurés, Lee Hsien Loong, para discutir asuntos que exceden sus atribuciones. No parece la agenda del que otea su jubilación a pesar de que Wang, cuya campaña contra la corrupción ha limpiado el horizonte de adversarios a Xi, ha cumplido ya los 69. Si el presidente le consigue otro lustro en el comité permanente habrá pulverizado la regla del retiro forzoso y el camino hacia su reelección para un tercer e inédito mandato estará desbrozado.

Directrices del presidente

Otro indicio es el reciente y fulminante cese del secretario del partido de la macrourbe de Chongqing, Sun Zhengcai, lo más parecido en las quinielas a un sucesor de Xi. La razón oficial fue la violación de las regulaciones del partido y, más probablemente, no haber mostrado el suficiente entusiasmo hacia las directrices del presidente.

“Xi está buscando su tercer mandato. La pregunta correcta no es si el partido se lo permitirá porque el partido no es una fuerza unificada en estas cuestiones. La pregunta es si los rivales políticos serán capaces de vencerle tras las bambalinas. Y eso es difícil de aventurar”, señala Perry Link, profesor de Estudios Asiáticos de la Universidad de Princeton.

El ambiente sugiere un tercer mandato y los que vengan. Cai Qi, líder del partido en Pekín, calificó recientemente la regla de la jubilación forzosa de “puro folklore”. La prensa oficial aclara reiteradamente que el delicado contexto nacional e internacional exige un liderazgo fuerte como el de Xi. Es la Constitución la que habla de dos mandatos presidenciales pero no los estatutos del partido y en China nada se impone al Ejecutivo. Tampoco la Constitución.

A los clanes rivales se les antoja arrastrados por la corriente. El grupo de Shanghái, bajo la influencia del nonagenario expresidente Jiang Zemin, ha sido esquilmado por la campaña contra la corrupción. Y el de la Liga de la Juventud, liderado por Hu Jintao, ha sufrido reformas forzosas porque Pekín la veía como un nido de intelectuales desapegados de la calle. Incluso si Xi no consigue su mandato extra, no le costará llenar el comité permanente de acólitos para reinar desde la sombra.

Una veintena de cargos

Xi es ya el líder con más poder de esta generación. Preside el país, el partido y el Ejército, acumula una veintena de cargos y del último plenario salió con el título de núcleo o hexin. El término fue acuñado tres décadas atrás para definir a los líderes de autoridad incuestionable. Sólo Mao Zedong y Deng Xiaoping, padres de la China moderna, lo disfrutaron antes.

El desaforado culto a la personalidad diferencia a Xi de sus predecesores, apunta Scott Kennedy, sinólogo del Centro de Estudios Internacionales Estratégicos. “Él sintió que la legitimación basada en el nacionalismo y los resultados no serían suficiente y que el partido atraería más apoyo popular con una conexión personal. Esto pone más atención sobre él, lo que puede ayudar en tiempos de prosperidad, pero sería problemático para el sistema si llegan reveses económicos”, señala.

No hay acto internacional o cumbre política en los últimos años que no sea presentado por la prensa global como el de la consolidación o confirmación del poder de Xi a pesar de que su poder ya estaba consolidado y confirmado mucho tiempo atrás. Del congreso podría salir con el título de presidente del partido, que sólo recayó sobre Mao Zedong. Si lo consigue Xi, no habrá comité permanente que lo frene.