La UE exige a May más claridad con las cuentas del 'brexit'

Theresa May, en uno de los momentos de la cumbre en Bruselas.

Theresa May, en uno de los momentos de la cumbre en Bruselas. / periodico

Silvia Martinez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Theresa May se ha marchado este viernes de Bruselas sin hacer realidad su gran objetivo: pasar a la segunda fase del 'brexit' o lo que es lo mismo, empezar a negociar la futura relación comercial entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido. El gran obstáculo sigue siendo el dinero. Londres, pese a las muestras de buena voluntad de las últimas semanas, no ha concretado la cifra que piensa poner sobre la mesa para saldar las cuentas del divorcio ni el método para calcularla, y en estas circunstancias los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete han optado por mantener el freno echado.

“Estamos lejos de un acuerdo sobre los compromisos financieros. No hemos recorrido ni la mitad del camino. Desde hace varias semanas hay buena voluntad del lado británico, pero necesitamos más progresos si queremos pasar a la segunda fase”, ha resumido el presidente francés, Emmanuel Macron, tras la reunión de los 27 líderes de la UE.

En juego no solo está la contribución británica al presupuesto del 2019 y el 2020 –unos 10.000 millones de euros por año– sino hacer números sobre el resto de los compromisos que ha asumido Londres a medio y lago plazo y pendientes de desembolso. Este es el caso de las aportaciones destinadas a pagar las pensiones de los eurofuncionarios o los préstamos concedidos por la UE a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y otros organismos en los que el Reino Unido está presente.

En su reciente discurso en Florencia, May se comprometió a poner sobre la mesa 20.000 millones, cifra muy inferior a los 60.000 millones que en Bruselas se estima como el mínimo necesario para saldar las cuentas. Este viernes sus colegas europeos le han recordado que su cifra de salida sigue siendo insuficiente y demasiado vaga y que tendrá que aumentarla.

Falta de compromiso firme

“El Reino Unido ha afirmado que satisfará las obligaciones financieras que contrajo durante su pertenencia a la Unión” pero “esta afirmación todavía no se ha plasmado en un compromiso firme y concreto de saldar todas esas obligaciones”, subraya el documento de conclusiones que ha sido aprobado en apenas 90 segundos. “No espero que nos presente ahora una cifra, pero al menos debería presentar un método para llegar a la contribución final. Tiene que ser más clara sobre lo que quiere decir 'otros compromisos'”, ha recordado con aspereza el holandés Mark Rutte. “Es hora de sentarse y negociar”, ha instado la lituana Dalia Gribauskaite, que ha pedido dejar de lado la retórica.

May se resiste, sin embargo, a dar más claridad por un motivo evidente. En junio pasado perdió las elecciones. Su posición política se ha debilitado y comprometerse a pagar miles de millones de euros por el divorcio podría alimentar todavía más al ala dura del partido conservador, partidaria de un 'brexit' duro. “La factura total y definitiva llegará como parte del acuerdo final que obtengamos”, ha dicho en un mensaje dirigido a la audiencia interna. Pero “nadie tiene que preocuparse por el marco presupuestario actual, ni de que tenga que pagar más o recibir menos como resultado de la salida del Reino Unido. Respetaremos los compromisos”, ha garantizado.

Sus explicaciones, brevemente en la cena de trabajo de los Veintiocho el jueves por la noche, han sido recibidas positivamente por sus colegas pero de momento no han convencido a nadie. “Esperamos estar preparados en diciembre para iniciar la segunda fase, pero depende en gran medida de que el Reino Unido haga avances que nos permitan decir que ha habido progresos suficientes”, ha recordado la cancillera alemana, Angela Merkel. “En las últimas semanas la negociación ha avanzado a mejor ritmo, pero el objetivo sigue siendo llegar a un acuerdo sobre la primera fase –derechos de los ciudadanos, frontera con Irlanda y factura del divorcio- y si no lo hay no se podrá pasar a la segunda. Y es el Reino Unido el que más tiene que perder por su dependencia  de la UE”, ha avisado Macron.

"Narrativa más positiva"

Mucho más positivo ha sido el tono utilizado por el presidente de la UE, Donald Tusk. El polaco no ha escondido la falta de progresos, pero ha calificado de exagerados a quienes hablan de bloqueo o punto muerto en las negociaciones, tal como hizo la semana pasada el negociador jefe de la UE, Michel Barnier. “Quizá soy más optimista que Barnier porque tenemos papeles diferentes. Él es responsable de las negociaciones, yo de que tengamos una buena atmósfera”, ha explicado. A su juicio lo que la UE necesita ahora es “una narrativa más positiva”, y siente que es su obligación promoverla como “motivador positivo” cara a cerrar la primera fase en diciembre.

De momento, May se lleva a casa un pequeño premio de consolación para evitar la fractura interna. Los Veintisiete no decidirán hasta diciembre si se cumplen los requisitos para empezar a hablar de la futura relación, pero sí han encargado a Barnier y a los ministros de asuntos europeos que empiecen a hacer el trabajo de cocina y los preparativos internos. No es más que un gesto, pero suficiente para que May regrese a Londres con una mínima concesión en el bolsillo. Y la británica se ha agarrado a este anuncio como a un clavo ardiendo.

“Soy optimista”, ha dicho May sobre la posibilidad de lograr un acuerdo “positivo” en diciembre, aunque May no descarta un eventual fracaso porque “sería irresponsable” no prever todos los posibles escenarios. En Bruselas, en cambio, se resisten a hablar de esa posibilidad. “Nuestra hipótesis de trabajo no es un escenario de no acuerdo. Lo odio. No sé lo que eso significa. Nadie me ha explicado las consecuencias en caso de no acuerdo. No estoy a favor de un no acuerdo. Quiero un acuerdo justo con Reino Unido”, ha zanjado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Del Consejo Europeo de otoño también sale la nueva agenda de líderes europeos, para relanzar el proyecto de reformas durante el próximo año y medio, con una cumbre mensual y más protagonismo para los dirigentes de la UE, y el llamamiento a concluir las negociaciones con Mercosur, el bloque comercial suramericano, antes de finales de año pese a las reticencias de Francia.