LEY CONTROVERTIDA

La policía ya fuerza a las musulmanas a mostrar el rostro en Austria

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Carles Planas Bou

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“Toda mujer tiene derecho a vestir como quiera”. En Austria, eso ya no es verdad. A pesar de que el pasado abril el presidente austríaco Alexander Van der Bellen defendió así el uso del ‘hijab’, el velo islámico, desde el 1 de octubre ha entrado en vigor la ley que prohíbe el uso en espacios públicos del burka y todo tipo de prenda de ropa que cubra el rostro al considerarlo un “símbolo antisocial”. Así se pudo constatar la semana pasada cuando la policía forzó a una mujer musulmana a retirar el pañuelo que ocultaba su cara.

Según contempla la nueva legislación, esa mujer estaba vulnerando la ley al vestir un ‘niqab’ que solo dejaba sus ojos al descubierto, un incumplimiento legal que puede sancionarse con multad de hasta 150 euros. Dos agentes de la policía de Zell am See, localidad ubicada al sur de Salzburgo, la obligaron a quitarse parte de esa prenda para que su cara fuese visible, algo que también contempla la ley. En el caso de negarse, la medida también da competencias a la policía para detener a esa persona, identificarla e iniciar procedimientos administrativos para multarla.

La llamada política de “integración” propulsada desde Viena, que según el gobierno pretende “asegurar la cohesión en una sociedad abierta” y proteger los valores austríacos, prohíbe así tres de las ocho tradicionales prendas de ropa islámicas (no el 'hijab'), aquellas que ocultan la cara y dificultan la identificación de las personas. Según apunta la prensa, solo unas 150 mujeres utilizan el ‘burka’ en Austria pero, aún así, ciertos sectores turísticos han mostrado su preocupación por una medida que puede reducir el turismo procedente de los países del Golfo Pérsico.

Sin embargo, el ministro del Interior, Karl-Heinz Grundböck, ha asegurado que la ley no presenta una “connotación religiosa” y que la medida también afectará con nuevas restricciones a otros casos como el uso de máscaras o el maquillaje de payaso. Sin ir más lejos, este lunes se ha sabido que la policía arrestó y multó el día 6 a un joven disfrazado de tiburón que trabajaba como mascota frente a una tienda informática llamada McShark en Viena. Le pidieron que se quitara la máscara y le detuvieron cuando se negó a hacerlo alegando que estaba trabajando.

Giro a la derecha

Esa imagen particular ilustra el alcance de un acuerdo que impulsaron conservadores y socialdemócratas el pasado enero cuando eran socios de coalición de Gobierno. En mayo, el parlamento lo aprobó despertando la crítica de colectivos musulmanes, de abogados e incluso del propio presidente del país, quien tiene una función meramente representativa.

En mayo esa alianza de gobierno se rompió, llevando al país a unas elecciones anticipadas que se celebrarán este próximo domingo 15 de octubre y que han estado marcadas en gran parte por los refugiados. El antiguo ministro de exteriores, Sebastian Kurz, se se sirvió de su carisma para alzarse con tan sólo 30 años como líder del Partido Popular Austríaco (ÖVP) y como candidato a la cancillería austríaca. Esa estrategia, que muchos analistas han comparado con la de Emmanuel Macron en Francia, parece surtir efecto. En poco más de cuatro meses, Kurz ha relanzado a su partido comiéndole terreno político a los socialdemócratas (SPÖ) y a la ultraderecha (FPÖ).

Los pronósticos actuales apuntan a un giro a la derecha que puede confirmarse este domingo. Con un 33,1% de los votos, la candidatura personalista de Kurz ya huele la victoria, relegando a sus antiguos socios a la tercera posición. El SPÖ pasaría del 26,82% obtenido en 2013 a un 24,4% que podría condenarle a la oposición. Por su parte, los ultranacionalistas antiinmigración de FPÖ crecerían, pasando del 20,51% a un 25,5% que puede llevarles al frente del país en una coalición conservadora que ya tuvo lugar entre 1999 y 2002. En esa ocasión, una Unión Europea disgustada con los resultados impuso sanciones a Viena. Ahora, Bruselas no tiene margen para volver a tomar esa decisión.