RACISMO EN EEUU

Trump cede a la presión y llama "criminales" a los supremacistas blancos

El presidente de EEUU reacciona tras dos días de fuertes críticas por no condenar directamente a los racistas de la violencia en Charlottesville

Un manifestante supremacista blanco hace un gesto amenazador, en Charlottesville, el 12 de agosto.

Un manifestante supremacista blanco hace un gesto amenazador, en Charlottesville, el 12 de agosto. / AFP / CHIP SOMODEVILLA

Idoya Noain

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Donald Trump también cede bajo presión. Este lunes, tras 48 horas sometido a duras críticas por no señalar directamente a la responsabilidad de grupos racistas en el grave y letal estallido de violencia vivido este fin de semana en Charlottesville (Virginia), el presidente de Estados Unidos finalmente ha condenado expresamente a esos grupos. “El racismo es el mal y los que causan violencia en su nombre son criminales y delincuentes, incluyendo el KKK (Ku Klux Klan), neonazis, supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes para todo lo que valoramos como americanos”, ha dicho Trump en una breve declaración en la Casa Blanca.

Esas palabras serían la declaración lógica del mandatario de cualquier país democrático sacudido por un episodio de violencia racista como el de Charlottesville, donde tras violentos enfrentamientos entre los grupos racistas y contamanifestantes un filonazi arrolló con su coche a un grupo de estos últimos, matando a una mujer de 32 años y dejando 19 heridos. Pero se han hecho esperar en el caso de Trump y EEUU, un país donde los grupos radicales y racistas de extrema derecha se han crecido durante la campaña del republicano y con su victoria en unas elecciones en las que las políticas de identidad blanca han sido un elemento determinante.

Oir una condena expresa se había convertido prácticamente en una cuestión de Estado, especialmente después de que el sábado Trump atribuyera la violencia a “muchos bandos”. Y esa moralmente cuestionable actitud del presidente equiparando a grupos racistas con quienes protestan contra ellos le había ganado recriminaciones y reclamaciones incluso de otros republicanos.

Grave tormenta

Todo iba sumando intensidad a una tormenta grave desde su primer momento, alimentada también por felicitaciones como las que el sábado se leyeron en ‘The Daily Stormer’, una publicación neonazi que aplaudió a Trump por "no hacer ninguna condena". De nada sirvió que otros en su Administración como el vicepresidente, Mike Pence, hicieran la denuncia expresa o defendieran que el presidente había sido ya firme en su condena.

La complicada situación en que se había colocado Trump, además, había empeorado aún más el lunes por la mañana cuando Kenneth Frazier, consejero delegado de la farmacéutica Merck, ha anunciado que abandona un consejo asesor de la Casa Blanca (como hicieron al menos otros tres directivos cuando Trump decidió sacar a EEUU del Acuerdo de París contra el cambio climático). El ejecutivo ha explicado su decisión ante la negativa del presidente de "rechazar claramente expresiones de odio, intolerancia y supremacía de un grupo". Y Trump, que tras Charlottesville había parecido perder su habitual locuacidad en Twitter, la ha recuperado para lanzar en menos de una hora un ataque a Frazier en la red social. Para empeorar aún más las cosas, Frazier es negro, uno de los pocos al frente de una gran empresa de EEUU.

Kelly gana a Bannon

Finalmente, ante las críticas y la presión, Trump ha intentado corregir el rumbo con su declaración (leída de un teleprompter, breve, pronunciada no sin presumir antes de buenas señales económicas y tras la que no ha aceptado preguntas). Y su pronunciamiento apunta a que, frente a representantes de la derecha radical en su equipo en la Casa Blanca como Steve Bannon, Stephen Miller y Sebastian Gorka, el presidente ha decidido escuchar a su nuevo jefe de gabinete, John Kelly, y otros asesores de su equipo como su hija Ivanka y su yerno, Jared Kushner. 

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