CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

Los rostros impasibles de Nablús

Los mártires son para los palestinos héroes y símbolos de la resistencia contra la ocupación israelí

Nablus

Nablus / periodico

Andrea López Tomás

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“Mi hermano Ghazi estaba casado y tenía dos hijos pero después de la muerte de sus amigos a manos de soldados israelís entró en una depresión”, cuenta Raheema Abu Ibayen del campo de refugiados de Balata en Nablus, aunque su familia es originaria de Jaffa. “Ghazi iba cada día a ver sus tumbas y les prometía que pronto vendría, que no les iba a dejar solos hasta que un día de 2002 se acercó al jeep israelí que había en el campo de refugiados y apuñaló a dos soldados.” Los militares sobrevivieron, pero a Ghazi lo mataron al instante.

Entre las calles de la ciudad palestina de Nablús destacan los rostros impasibles de jóvenes que ya no están. Sus carteles incluyen versos del Corán en árabe e imágenes de la Cúpula de la Roca de Jerusalén, el tercer lugar sagrado del islam. Algunos visten de verde militar y acompañan la tristeza de sus ojos con un arma. Otros, no rozan la mayoría de edad con sus camisetas de equipos de fútbol españoles. Son los mártires palestinos, aquellos que han muerto por la causa de su pueblo.

Los mártires son un elemento esencial de la sociedad palestina. Suponen el símbolo máximo de resistencia contra la ocupación israelí. “Tener un mártir en la familia es considerado todo un honor”, explica Bayan Badran. Ella vive en el campo de refugiados de Askar -pese a que su familia es de Allod- y dos de sus tíos son mártires. "Estoy muy orgullosa de ellos". Tras sus muertes, vecinos y conocidos se reunieron en casa de su familia para honrarlos y animar a sus parientes a no estar tristes ya que ahora el fallecido se encuentra con Alá. Así es como reacciona la sociedad palestina a la muerte, analiza el psicólogo palestino Eyad Sarraj.

Piedras y tanques

Más de 7.800 personas consideradas como mártires por los palestinos murieron desde el inicio de la segunda Intifada el 29 de septiembre de 2000 hasta 2013, según el Palestinian Central Bureau of Statistics (PCBS). Durante este levantamiento (2000-2005), los jóvenes palestinos dejaron atrás las piedras que lanzaban a los tanques israelís en la primera Intifada (1987-1993) para construir explosivos, morteros y ametralladoras caseros para usar en ataques suicidas. “Los mártires de la segunda Intifada son los niños de la primera: gente que ha vivido experiencias traumáticas de pequeño”, constata Sarraj.

Issam Mansour, el hermano de Iman, tenía 27 años cuando murió en un enfrentamiento con los soldados israelís en 2003. Antes, había pasado 18 meses en la cárcel por haber construido bombas caseras y lanzarlas a los tanques y prisiones. “Cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés) le dejaron libre, le advirtieron que pronto le verían muerto”, explica Iman. “Para nuestra familia fue muy difícil conocer la muerte de Issam, porque apareció en las noticias y toda la atención estaba puesta en nosotros.” Muchas familias temen que las IDF tomen represalias contra ellos, especialmente en sus hogares. En los campos de refugiados, aún quedan casas medio derruidas por explosivos israelís de la segunda Intifada. Los ataques a las viviendas se usaban como sanción tras conocer que allí había vivido un mártir con intenciones de atacar a civiles o soldados israelís.

A menudo, aquellos que toman la decisión de convertirse en mártires por la causa palestina suelen ser hombres jóvenes, de los cuales depende el principal sustento económico de la familia. Por ello, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) dispone de unos fondos dedicados a los parientes de los mártires. Estas instituciones siempre han estado en el punto de mira ya que, mientras Palestina considera héroes a sus mártires, para Israel sólo son terroristas. Pese a la polémica que rodea a la ANP, ésta invierte cada año alrededor de un 7,6% de su presupuesto, es decir, unos 300 millones de dólares (254 millones de euros) en dos fundaciones que, por un lado, asisten a los familiares de los mártires y, por otro, ayudan a los palestinos detenidos en cárceles israelís y sus familias.

"Preservar la revolución"

La Fundación de Apoyo a Familiares de Mártires y Heridos opera desde 1969 y fue creada por la Organización para la Liberación de Palestina (PLO, por sus siglas en inglés). La fundación asiste a los parientes de cualquier individuo “herido, asesinado o afectado como resultado de unirse a la revolución o presenciar la revolución”, lo que incluye a aquellas víctimas civiles de las operaciones de las IDF. Como parte del Ministerio de Asuntos Sociales de la Autoridad Palestina, ofrece asistencia a todos los mártires dentro y fuera de los territorios palestinos. El pasado año 2016 asistió a más de 35.000 familias dentro de Cisjordania y la franja de Gaza, gracias a su presupuesto anual de 173 millones de dólares (146 millones de euros).

Parte de la comunidad internacional ha denunciado esta institución a la que a menudo se refiere como Pagar para Matar (Pay for Slay). El Banco Mundial niega que el programa esté “destinado a los hogares más pobres”. Frente a las declaraciones de la ANP de que se trataba de un fondo de asistencia social, la organización financiera alegó que “mientras que alguna asistencia sí que iba dirigida a esta población, el nivel de recursos destinados al Fondo para los mártires y heridos no estaba justificado desde una perspectiva de bienestar o fiscal.”

Reducción de ayuda

Frente a la presión internacional, a la que se añade una ley estadounidense reclamando una reducción de la ayuda a los prisioneros palestinos, el presidente de la ANP, Mahmud Abbas, ha transferido la fundación a la PLO y, por lo tanto, los pagos ya no vienen del Gobierno palestino, aunque es el mismo Abbas quien preside esta última organización también.

Pese a este lavado de cara internacional, los mártires siguen siendo un elemento esencial de la sociedad palestina. Son el símbolo de resistencia frente a la ocupación. Cada 7 de enero, desde hace 52 años, los palestinos celebran el Día del Mártir. Es un día para recordar a todos aquellos que decidieron entregar su vida por la tierra. Aunque Raheema recuerda a su hermano cada día, cada segundo de su vida.