LA NUEVA ADMINISTRACIÓN DE EEUU

Las cinco peores cosas que ha hecho Trump sobre el cambio climático (hasta ahora)

El presidente norteamericano ha colocado a un negacionista al frente de la agencia ambiental y ha empezado a desmantelar el plan de energías limpias de la era Obama

Humo emitido por una fábrica junto al Capitolio en Washington, en el 2014.

Humo emitido por una fábrica junto al Capitolio en Washington, en el 2014. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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La posible retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París es un mazazo a la lucha global contra el cambio climático pero no el primer golpe que Donald Trump da en este terreno. Apoyado en Scott Pruitt, un negacionista fuertemente vinculado a intereses del sector de combustibles fósiles al que ha colocado al frente de la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés), Trump ha empezado no solo a desmantelar medidas adoptadas durante el mandato de Barack Obama, sino el trabajo de décadas. El más notorio de sus asaltos ha sido la orden ejecutiva de marzo por la que atacó el Plan de Energía Limpia, eje central del proyecto de Obama para reducir las emisiones de gases contaminantes, pero hay más, desde la nada sutil eliminación de cualquier referencia al cambio climático en nombres de iniciativas hasta una propuesta de presupuestos especialmente demoledora para agencias y proyectos vinculados a medioambiente, ciencia o energía. A continuación, repasamos cinco de las acciones y propuestas más escalofriantes de su Administración.

ASALTO AL ‘PLAN DE ENERGÍA LIMPIA’

Presentado por Obama en 2015 como “una obligación moral” y como el paso más importante que EEUU ha dado nunca en la lucha contra el cambio climático”, el plan era el eje central de la promesa de EEUU en París de reducir para 2025 entre el 26 y el 28% sus emisiones de dióxido de carbono respecto a los niveles de 2005. De hecho, el plan marcaba la reducción en el 32% para 2030 y restringía la cantidad de gases contaminantes que podían emitir las plantas que funcionan con carbón, obligando a los estados a diseñar sus propios planes para conseguir esa meta y advirtiendo que la EPA impondría una estrategia si no lo hacían en el plazo marcado.

Aunque el plan fue inmediatamente retado en los tribunales tanto por empresas del sector como por algunos estados controlados por republicanos, otros estados empezaron a avanzar en su cumplimiento mientras proseguía la lucha legal que lo paralizó y que continua.

El 28 de marzo Trump le asestó la puñalada más grave al firmar una orden ejecutiva que obligaba a revisarlo e instaba al Departamento de Justicia a dejar de defenderlo en los procedimientos judiciales.

DESREGULACIÓN

Trump se ha puesto la meta de “cancelar regulaciones que matan empleo” y poner freno a lo que califica “intrusión del gobierno” y a la orden ejecutiva de marzo la acompañó de memorandos y directivas que, entre otras cosas, eliminan el requisito de que la agencias federales tomen en consideración el impacto del cambio climático al tomar decisiones. También pidió que se recalcule lo que se conoce como el “coste social” de la emisiones, actualmente establecido en 36 dólares por cada tonelada de CO2, y ha suspendido los estándares que se habían marcado para mejorar la eficiencia del combustible en coches y camiones.

PERFORACIONES Y OLEODUCTOS

Trump ha levantado el veto a nuevas perforaciones mineras tanto en tierras federales como en terrenos tribales y ha eliminado también la prohibición de usar la controvertida técnica de la fracturación hidráulica. Se está revisando también una prohibición de realizar perforaciones en el Atlántico y el Departamento de Interior tiene instrucciones de revisar docenas de monumentos nacionales, que podrían dejar  de serlo o perder esa denominación en parte de sus actuales terrenos para permitir acceso a perforaciones de petróleo o gas.

Trump, ademá, ha dado luz verde a dos polémicos proyectos: los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, que ha sufrido ya sus primeras filtraciones incluso antes de estar plenamente operativo.

“REBRANDING”

El mismo día en que Trump tomó posesión de su cargo desaparecieron de la web de la Casa Blanca todas las referencias al cambio climático. Desde entonces también han ido desvaneciéndose referencias a la “energía limpia” y se ha acometido también todo un esfuerzo de nada sutil “rebranding” sobre el que están llamando la atención grupos como la Iniciativa de Datos Medioambientales y de Gobierno, una red de científicos que está siguiendo con alerta los cambios realizados por la Administración de Trump.

Lo que era el Centro de Inversión en Energía Limpia del Departamento de Energía, por ejemplo, es desde finales de abril solamente el Centro de Inversión en Energía y en su web ya no hay referencias al foco en el mercado de energía “limpia y alternativa”. Tanto en la EPA como en la Administración Federal de Autopistas diversos programas ya no hablan ahora de “cambio climático” sino de “resiliencia” y webs que solían advertir de los riesgos de las perforaciones de gas y petróleo ahora hablan de sus beneficios económicos.

Y quizá lo que resume mejor esta ola, que ha llevado también a que desparezcan de webs del Departamento de Estado informes sobre cambio climático, es algo detectado en la web de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la EPA. De la declaración de su misión han desaparecido las palabras “basado en ciencia” y “científico”.

TIJERETAZO A LOS FONDOS

Aunque la propuesta de presupuestos presentada la semana pasada por Trump posiblemente sea modificada en su tramitación en el Congreso establece el punto de partida para las negociaciones y el presidente propone un profundo tijeretazo a casi todas las partidas vinculadas a la lucha contra el cambio climático y la protección medioambiental.

La EPA es la agencia que saldría peor parada y el recorte propuesto del 31% de su prespuesto es el más drástico en todo el gobierno.

La tijera, no obstante, va mucho más allá. En el Departamento de Energía se proponen recortes del 18% que afectarán a los 17 laboratorios nacionales que financian y desarrollan programas de investigación buscando innovaciones para frenar el cambio climático y nuevas tecnologías que combatan la contaminación. Dentro de ese Departamento, por ejemplo, se propone un recorte del 68% de los fondos de la Oficina de Eficiencia Energética y Energía Renovable, uno del 85% para los esfuerzos anticontaminantes de la Oficina de Energía Fósil, y uno del 31% para la Oficina de Energía Nuclear, donde se cancelarían acuerdos con el sector privado para compartir los gastos de nuevos diseños para reactores que produzcan menos basura radioactiva. La Agencia para Proyectos de Investigación Avanzada podría, directamente, desaparecer.