un buen ejemplo que viene de África

En Ruanda los drones ya salvan vidas

El país africano es uno de los primeros en emplear vehículos aéreos no tripulados para realizar la entrega de sangre y medicinas

Un drone de la compañía Zipline lanza una caja cargada con material sanguíneo para atender a una llamada de emergencia de un hospital en Muhanga (Ruanda).

Un drone de la compañía Zipline lanza una caja cargada con material sanguíneo para atender a una llamada de emergencia de un hospital en Muhanga (Ruanda). / periodico

MARCEL CARRASCO / BARCELONA

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Un pequeño avión no tripulado surca el cielo de la región de Muhanga en el lado occidental de Ruanda. Pasa a toda velocidad y lanza una caja roja que cae suavemente con la amortiguación de un pequeño paracaídas. Con precisión casi quirúrgica, el paquete aterriza a la puerta de un lejano hospital del país africano. La caja roja, cargada de bolsas de sangre, ayudará a salvar la vida de una madre que acaba de dar la luz y necesita una transfusión urgente. Entre la emergencia en el parto y la llegada del material sanguíneo, no han pasado más de treinta minutos.

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La falta de acceso a materiales médicos y hospitalarios esenciales es un problema sanitario que ocasiona millones de muertes cada año en el mundo. Se calcula que se podrían evitar anualmente, por ejemplo, la muerte de más de 150.000 mujeres por la falta de acceso a la sangre y los hemoderivados (como el plasma sanguíneo) para transfusiones durante el parto.

Uno de los continentes más afectados es África, donde las zonas en conflicto, los terrenos accidentados y la precariedad de las infraestructuras son, en gran medida, los responsables de que más de tres millones de niños, menores de cinco años, mueran cada año por no tener acceso a medicamentos.

EL PROBLEMA

En Ruanda, con una población de más de 12 millones de habitantes (poco más que Portugal), las hemorragias post parto son, por ejemplo, la principal causa de muerte entre las mujeres embarazadas.

Eso ocurre porque la sangre y los hemoderivados requieren condiciones especiales de transporte, de almacenamiento, de condiciones de temperatura y, además, se estropea muy fácilmente.

Es el llamado ‘problema del último kilómetro’, traducido por la inadecuación de las condiciones logísticas para hacer llegar los materiales sanitarios a lugares remotos.

DRONES PARA SALVAR VIDAS

Ruanda, donde en la estación de las lluvias muchas carreteras simplemente desaparecen, es un ejemplo clásico del ‘problema del último kilómetro’. Pero en la última semana el país ha dado un paso innovador, en el continente africano y en el mundo, al poner en marcha un servicio de entregas de material sanguíneo y hemoderivados transportados por drones.

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El Gobierno ha contratado a una empresa comercial que fabrica y opera ‘drones’ para hacer llegar el material a 21 hospitales y centros médicos lejanos y de difícil acceso por tierra, en la región occidental del país.

A partir de ahora, el personal médico podrá pedir el material sanguíneo que necesite, a través de un simple mensaje de texto por teléfono móvil. Inicialmente serán 15 drones, con una autonomía de alcance de más de 150 km de distancia, resistentes a vientos y lluvia y que pueden transportar un kilo y medio de sangre, que es lo suficiente para salvar la vida de una persona.

SIN ATERRIZAJES

Una vez recibido el mensaje en la base de la empresa que los operará, el dron es cargado en cuestión de minutos y lanzado por una catapulta, que le hace alcanzar una velocidad de hasta 100Km/h.

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Aunque la técnica en sí no es nueva (Amazon se hizo famosa por su estrategia de entregas con uso de drones), en Ruanda, la novedad está en que los ‘drones’ no aterrizarán. Los productos serán lanzados desde el cielo en un embalaje especial y con la caída amortiguada por un pequeño y resistente paracaídas.

Los 15 ‘drones’ serán guiados por GPS y enviarán todos los datos del vuelo y de la entrega a la base y al sistema de tráfico aéreo de Ruanda, a través de la red de teléfonos móviles. Las operaciones permitirán que el material llegue mucho más rápido que por tierra, dado el tamaño del territorio.

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LA EMPRESA

La empresa responsable por la fabricación y operación de los ‘drones’ es Zipline. Una ‘start up’ estadounidense, y tiene su sede en California. Entre sus fundadores e ingenieros están expertos con experiencia en empresas como BoeingGoogle e, incluso, de la NASA.

El Periódico ha hablado con uno de los responsables de Zipline, Justin Hamilton, sobre el proyecto. Hamilton ha definido a la empresa de la siguiente manera: “Somos una compañía comercial con una misión social. Cada vuelo que hacemos es para salvar una vida”.

Sobre las operaciones ha aclarado que inicialmente operarán hasta 150 vuelos y entregas diarias: “Tenemos condiciones de dar respuesta a los encargos en un plazo de solo 30 minutos. El gobierno solo nos pagará por cada entrega con éxito”.

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Además de las ventajas sociales y humanitarias que supondrán las operaciones, Hamilton ha defendido el aspecto económico del contrato firmado con el Gobierno: “Los costes de las entregas son iguales a los costes actuales de las que se intenta hacer por tierra, muchas sin éxito. Nosotros garantizamos que el material llegará a su destinatario final. Eliminamos la ineficiencia, el desperdicio y la expectativa es la de que los costes caigan, conforme la demanda aumente".

El contrato entre Zipline y el gobierno de Ruanda, que inicialmente es de tres años, solo prevé la entrega de sangre y hemoderivados, pero Hamilton augura que muy pronto lo extenderán para entregas de medicinas y vacunas.

Con relación al temor de que los ‘drones’ acaben en manos de milicias o grupos terroristas, Hamilton ha aclarado que la empresa está desarrollando un programa educativo con la comunidad local: “Queremos estar seguros de que la gente sepa que los drones están aquí para salvar vidas y no matar. Además, dado nuestro método de operación, sin aterrizaje, somos las únicas personas que mantendremos contacto físico con nuestros ‘drones’. 

DEL GENOCIDIO A LA TECNOLOGÍA

Conocido como el país de las mil colinas, Ruanda andaba desaparecida de los periódicos después del genocidio de 1994. El país reaparece ahora con un ejemplo de uso pacífico y humano de la tecnología, para hacer frente a un problema de infraestructura. Una solución que salvará a miles de vidas, como mínimo, en los próximos tres años.