País devastado

Guerra de Siria: causas, resumen y claves de una década de conflicto

Siria

Siria / AMEER ALHALBI

Kim Amor

Kim Amor

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La guerra de Siria ha copado gran parte de la información internacional a lo largo de estos 10 últimos años. Un conflicto devastador que se ha llevado la vida de centenares de miles de personas, ha dejado heridas a millones y ha generado también millones de desplazados y de refugiados. El territorio ha sido un gran campo de batalla donde han luchado diversas fuerzas, las leales al régimen de Damasco, las opositoras, los grupos yihadistas, rivales también entre sí, y las milicias kurdas. El desarrollo de la guerra y el futuro del país se ha decidido también fuera de sus fronteras, en las sedes presidenciales de un puñado de países. La Siria de hace 10 años ya no existe. Hoy el país está partido en pedazos.

Movimiento prodemocrático: protestas y guerra civil

El movimiento prodemocrático del país, liderado básicamente por jóvenes, se suma a las revueltas de la Primavera Árabe que se extienden como la espuma en la región contra los regímenes dictatoriales a finales de 2010 y principios de 2011. La rebelión siria arranca con entusiasmo tras la caída de Zine Abidine Ben Alí en Túnez y de Hosni Mubarak en Egipto. El régimen de Bashar al Asad reprime con tanques en las calles a sangre y fuego las manifestaciones pacíficas. La fuerte represión del gobierno sirio motiva la rápida reacción de Estados Unidos y la Unión Europea, que imponen las primeras sanciones económicas a Damasco. Poco después se forma el Ejército Libre de Siria (ELS), al que se apuntan militares que desertan del Ejército de Asad.

Un soldado siro que se ha unido a los rebeldes en enero del 2012 en Saqba.

Un soldado siro que se ha unido a los rebeldes en enero del 2012 en Saqba. / Ahmed Jadallah / Reuters

Potencia extranjeras: los intereses geoestratégicos

Como suele ocurrir en este tipo de conflictos, y más aún en Oriente Próximo, una región en conflicto permanente, la guerra de Siria se transforma pronto en un campo de batalla donde combaten varias facciones armadas entre sí, algunas de ellas apoyadas por potencias extranjeras.

El régimen de Asad, cuenta con el apoyo de Rusia -que tiene en territorio sirio su única base naval en el Mediterráneo- y desde el principio de la guerra con Irán y la milicia libanesa también chií, Hizbulá, los mayores enemigos de Israel y de los países sunís del golfo Pérsico, siempre liderados por Arabia Saudí. Un bloque que se mueve bajo el paraguas protector de Estados Unidos.

Otra potencia con fuertes intereses en Siria es la vecina Turquía, que intenta debilitar a las milicias kurdas sirias, aliadas de EEUU y con fuertes lazos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), eterno enemigo del Gobierno de Estambul.

La implicación de Washington en el conflicto sirio aumenta cuando entran en escena, en 2012, los grupos islamistas armados, y cuando aparecen evidencias del uso de armas químicas contra la población por parte del Ejército de Asad.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en el centro de la foto, junto a su homólogo ruso, Vladimir Putin, a la derecha, y el iraní, Hasán Rohaní, en una cumbre en Ankara en el 2019.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en el centro de la foto, junto a su homólogo ruso, Vladimir Putin, a la derecha, y el iraní, Hasán Rohaní, en una cumbre en Ankara en el 2019. / Erdem Sahin / Efe

Los grupos yihadistas: el papel del Estado Islámico

El autoproclamado Estado Islámico (EI) nace formalmente tras la escisión que sufre el Frente al Nusrah, filial de Al Qaeda en Siria. Las dos facciones acabarán enfrentándose entre ellas. Los radicales del EI logran un avance rápido tanto en Irak, donde se hacen con la segunda ciudad del país, Mosul, como en Siria, donde plantan en la ciudad de Raqqa la capital del autoproclamado califato, del que se erige como emir Abú Bakr al Baghdadi. El territorio bajo su régimen de terror se extiende desde la provincia siria de Alepo hasta la iraquí de Digala.

Miembros del Estado Islámico entran en la ciudad de Raqqa. en junio de 2014.

Miembros del Estado Islámico entran en la ciudad de Raqqa. en junio de 2014. / Reuters

Un territorio hecho trizas: las sirias posbélicas

La larga guerra, aún en marcha en algunas zonas, ha destruido y devastado por completo el país, que, al igual que Irak, ha dejado de ser una seria amenaza para los intereses de Israel y Estados Unidos en la región, centrados ahora en los pasos de Irán en su programa nuclear. Ya no hay una Siria, sino varias.

Bashar al Asad, que controla el 60% del territorio, ha sobrevivido gracias a la ayuda militar de Rusia, que entró de lleno en la gran batalla en 2015. El régimen de Damasco se ha convertido en la punta de lanza de los intereses de Moscú en la región, con el beneplácito del expresidente de EEUU Donald Trump, que decidió abandonar la aventura bélica en el país árabe al retirar las tropas estadounidense, unos 2.000 soldados, en 2019.

Turquía, por su lado, mantiene su pulso en la frontera para mantener a raya a los kurdos.

El Estado Islámico ha prácticamente desparecido, aunque continúa siendo una seria amenaza. La muerte de su líder, en un bombardeo de Estados Unidos en 2019, fue la puntilla de una vasta y larga campaña de bombardeos -y combates sobre el terreno librados sobre todo por las milicias kurdas- que le despojó de sus conquistas y resquebrajó el califato.

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