¿Por qué la ofensiva sobre Alepo es clave en la guerra de Siria?

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ANA ALBA / JERUSALÉN

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Cinco años de guerra <strong>en Siria</strong> han desfigurado el rostro de <strong>Alepo</strong>. Su ciudad vieja, Patrimonio de la Humanidad, está en ruinas y lejos queda el dinamismo de una población que era el motor económico del país. Alepo, la ciudad más grande y poblada de Siria, aunque la capital es Damasco, está dividida desde el 2012. Una parte, en manos del Gobierno y la otra, de grupos rebeldes. La provincia del mismo nombre, situada al norte del país y fronteriza con Turquía, está partida entre el Ejército sirio y sus milicias afines, grupos opositores armados como el <strong>Ejército Sirio Libre</strong> y milicias islamistas, y los yihadistas <strong>Frente al Nusra</strong> y <strong>Estado Islámico</strong> (EI).

El 1 de febrero, las fuerzas de Damasco iniciaron una <strong>fuerte ofensiva</strong> en la provincia de Alepo con la ayuda de <strong>bombardeos rusos</strong> y este jueves avanzaron hacia Tal Rifaat, uno de los bastiones rebeldes en la zona, según el <strong>Observatorio Sirio de Derechos Humanos</strong> (OSDH). El Ejército ha arrebatado a los rebeldes el control de varias localidades de Alepo y les ha bloqueado su principal ruta de suministro de la capital de la provincia a la frontera turca.

La reconquista de Alepo supondría el mayor logro del presidente sirioBashar el Asad, en la guerra desde hace tiempo y un golpe muy duro para los rebeldes, que sufren grandes dificultades en otros frentes. Algunos analistas afirman que sería el golpe de gracia, imposible de lograr sin Rusia. 

Si Asad recupera Alepo, se situará en una posición de fuerza frente a Washington, París, Ankara y países árabes como Arabia Saudí, que quiere mandar tropas a Siria y ha financiado a grupos rebeldes y yihadistas.

Varios analistas creen que los opositores desaparecerán de las negociaciones o Asad dialogará con los que tolera, y se cumplirá el proyecto de Rusia e Irán: convertir a Asad en el único muro de contención del EI, con el peligro de que éste se erija en el defensor de los sunís, mayoría en Siria. 

MÁS DE 500 MUERTOS

La ofensiva del régimen costó la vida a 506 personas, entre ellas 90 civiles, en los diez primeros días, según el OSDH. También provocó la huída de más de 55.000 personas hacia la frontera turca. En la ciudad de Alepo, muchos quieren irse pero aseguran no poder pagar los 200 dólares que les exigen los contrabandistas para sacarlos por la única vía libre.

En la zona controlada por rebeldes, los vecinos se preparan para un asedio. Unas 300.000 personas pueden quedar atrapadas y las que aún tienen recursos han comprado grandes cantidades de harina, aceite, arroz y combustible, a pesar de que los precios se han duplicado en pocos días.

“Si el régimen corta la única vía de suministro que le queda a Alepo, la ciudad estará asediada como <strong>Madaya</strong> Homs y habrá una catástrofe humanitaria a una escala mayor, dada su gran población”, indica a este diario Lina Khatib, investigadora de la Iniciativa de Reforma Árabe.

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“La intervención rusa es fundamental, puede cambiar el curso de la guerra”, piensa Phillip Smyth, investigador de la Universidad de Maryland.

En septiembre, Moscú empezó a bombardear posiciones del EI en Siria, y luego, de los rebeldes. El ataque a Alepo se lanzó en plenas negociaciones de paz indirectas entre Damasco y una parte de la oposición, en Ginebra. El diálogo, patrocinado por la ONU, fracasó y se aplazó hasta el 25 de febrero.

METAS SIN CUMPLIR

Ayer, en Munich, EEUU, Rusia, países europeos y otros Estados pactaron <strong>un alto el fuego</strong> que empezará dentro de una semana. “Pero excluye las acciones contra terroristas, pretexto que permite a Rusia seguir con su campaña aérea”, advierte Khatib. 

“Tampoco afecta al permiso del paso de suministros. El régimen (de Damasco) seguirá intentando sitiar las zonas rebeldes en Alepo. Aunque el acuerdo se ha elogiado como un avance, su aplicación podría beneficiar al régimen y a Rusia”, opina Khatib.

La ofensiva de Alepo, por ahora, no afecta de forma significativa al EI sino a los rebeldes. Acabar con los yihadistas y destronar a Asad era uno de los objetivos declarados de EEUU, varios países europeos y Turquía, así como frenar el flujo de refugiados hacia Europa. Pero ninguna de estas metas se cumple.