DISTURBIOS EN EL NORTE DE ÁFRICA
Túnez decreta el toque de queda para detener la protesta social
Las manifestaciones contra la situación económica se han extendido a las principales ciudades del país magrebí
Así empezó la Revolución tunecina del 2011; con un joven suicidándose, una población tomando las calles de una ciudad marginal para reclamar trabajo y dignidad, y un país levantado contra un sistema autócrata que duró 23 años. Cinco años después del movimiento revolucionario, se reproduce la misma secuencia histórica que dio lugar, este viernes, a la instauración de un toque de queda desde las ocho de la tarde hasta las cinco de la mañana. Las reivindicaciones populares aún no fueron atendidas y la clase política parece estar más pendiente del poder que de servir a los intereses del pueblo.
La desconexión entre la élite dominante y la ciudadanía vuelve a tener los mismos efectos que durante el régimen del dictador Zine el Abidin Ben Alí: hartazgo y cansancio. La razón por la que comenzaron las protestas el pasado sábado en Kaserín propagándose a los barrios populares de la capital y a la principal avenida de Habib Burguiba. En el taxi, en las tiendas o en las calles, no se oye una palabra positiva sobre la transición política. Tan solo corrupción y clientelismo, los dos parásitos incrustados en la Administración del país durante las últimas dos décadas que aún no han sido eliminados por los nuevos actores de la élite actual, incluidos los islamistas de Nahda, la segunda fuerza en el Parlamento, que volvieron al campo político tras años de persecución y exilio.
“A mí me da igual una ideología que otra. Lo que quiero es trabajo para mis hijos y comida”, explica a EL PERIÓDICO Selma M, de 60 años, madre de dos hijos parados en un país donde el poder adquisitivo cayó en picado tras la devaluación de la moneda local y la crisis económica. "Al tunecino siempre le ha gustado vivir y ahora los bares y restaurantes están vacíos", lamenta Anis Morai, cronista de Radio Nacional. Entre sus numerosas denuncias, la oscura financiación de algunos partidos políticos tunecinos mediante la mafia libia.
DEMOCRATIZAR NIDA TUNIS
“Hay que empezar democratizando Nida Tunis, el partido que encabeza el Gobierno”, dice en una entrevista con este diario Faouzi Elloumi, uno de los hombres de negocio más importante de Túnez y actor clave en el escenario tunecino. Hace unos días, presentó su dimisión de la secretaría general del partido liberal, Nida Tunis -le siguieron otros 22 diputados- para protestar contra la actitud "despótica" del presidente de la República, Beji Caid Essebsi, quien empezó a alisar el terreno para que su hijo, Hafedh Caid Essebsi, heredara el poder.
“El presidente es una figura acabada y está poniendo en peligro nuestra democracia. Por eso, vamos a limpiar por dentro la formación y luchar contra la pobreza, además de hacer frente a los islamistas. No me fío de su doble intención de islamizar nuestra sociedad, asentada en los valores de la modernidad y el respeto a la diferencia, donde la religión se circunscribe al espectro privado del ciudadano”, matiza Elloumi. Algunos ya lo ven como futuro presidente de la República.
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