El terremoto de Escocia

Los nacionalistas escoceses se preparan para barrer a los laboristas por primera vez en unos comicios británicos El laborismo apela al voto útil para echar del poder a los 'tories'

Imagen de autenticidad 8Un operario coloca un pasquín electoral de Nicola Sturgeon, líder nacionalista.

Imagen de autenticidad 8Un operario coloca un pasquín electoral de Nicola Sturgeon, líder nacionalista.

MONTSERRAT RADIGALES / GLASGOW

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Si hay algo que una gran mayoría de escoceses desea es poner fin al Gobierno conservador de David Cameron en Londres. Hace décadas que los tories tienen muy poco que rascar al norte de la frontera invisible que separa Inglaterra de Escocia. De los 59 escaños que Escocia aporta al Parlamento de Westminster, en la última legislatura 41 eran laboristas, 11 liberal-demócratas, seis del Partido Nacional Escocés (SNP) y solo uno del Partido Conservador. Todos los sondeos previos a las elecciones de mañana indican que la suerte de los conservadores será idéntica, pero los laboristas y el SNP habrán intercambiado sus posiciones. Los nacionalistas escoceses arrasarán -las predicciones más fiables les otorgan entre 40 y 50 escaños- y los laboristas sufrirán un derrumbe colosal, aunque no desaparecerán del todo.

El voto escocés será decisivo porque las encuestas también auguran que ninguno de los dos grandes partidos del Reino Unido, el conservador y el laborista, obtendrá una mayoría suficiente para gobernar en solitario, lo que muy probablemente dará al SNP el poder de inclinar la balanza. No hace falta ni decir que los nacionalistas escoceses no apoyarán bajo ningún concepto a un Gobierno conservador. Y aunque han dicho por activa y por pasiva que no entrarán en ninguna coalición, nadie descarta que estén dispuestos a facilitar la elección de un Ejecutivo laborista brindando un apoyo parlamentario externo. Naturalmente, dicho apoyo tendría un precio.

En aprietos

Este escenario pondría en serios aprietos a los laboristas. Presionado por la prensa más conservadora de Londres, que ve en el SNP al mismo diablo desde el referéndum de independencia el pasado año, el líder laborista, Ed Milliband, se ha comprometido en público a no gobernar el país con el concurso del nacionalismo escocés.

No es de extrañar, pues, que la campaña laborista se haya centrado en buena medida en apelar al voto útil y tratar de ganar el favor de quienes dudan entre apoyar al candidato laborista de su circunscripción o al del SNP. Un tercio del electorado escocés está aún indeciso. «Quien quiera un Gobierno laborista en Londres que vote laborista», afirmaron ayer en un acto electoral en Glasgow, Gordon Brown, último primer ministro de la formación centroizquierdista, que es escocés, y Jim Murphy, líder de los laboristas de Escocia. El voto al SNP, aseguran, no lo garantiza. Es un mensaje que han repetido durante la campaña.

Llama la atención que, menos de ocho meses después de perder el referéndum de independencia, el SNP haya cuadruplicado su número de militantes y se disponga a lograr el mayor éxito de su historia en unas elecciones generales.

«El comportamiento de los escoceses en el referéndum no siguió las líneas de los partidos, sino que las cruzó. Muchos votantes laboristas de toda la vida pusieron en la urna la papeleta del sí y no les perdonan que se alinearan con los tories», señala Peter Geoghegan, analista político y periodista freelance que trabajó para The Scotsman The Scotsmany ahora lo hace para otros medios locales e internacionales. «Incluso hay gente que votó no en el referéndum pero siente que, pactando con los conservadores, los laboristas les traicionaron», añade. «Va a ser muy difícil que quienes votaron a favor de la independencia vuelvan a apoyar a los laboristas», coincide Niall O'Gallagher, reportero político de la BBC en Escocia.

Como si O'Gallagher se lo hubiera sacado de la boca, pocas horas después un taxista de Edimburgo se convierte en un ejemplo vivo de ello. Se llama Chris, aparenta unos 50 años y explica que toda su vida votó laborista, pero que mañana votará por primera vez al SNP. En el referéndum se pronunció a favor de la independencia.

«La cuestión principal en estas elecciones, en lo que nos concierne aquí, es el declive de los laboristas en Escocia. Hace cinco años resultaba impensable que pudiéramos hablar de algo así», explica O'Gallagher. «Los comicios no son sobre la independencia, sino sobre el SNP tomando el relevo de los laboristas como el partido de Escocia», asiente Geoghegan.

O'Gallagher cree que la sustitución de Alex Salmond por Nicola Sturgeon en el liderazgo del SNP ha contribuido al auge del partido: «Salmond era un gran showman, pero no generaba confianza. Sturgeon es una moderada y proyecta una imagen de autenticidad». H