JUICIO TARDÍO EN ALEMANIA

El 'contable de Auschwitz'

El exoficial de las SS Oskar Gröning se reconoce "moralmente cómplice" de los asesinatos cometidos en el campo de exterminio nazi

Oskar Gröning, el último gran acusado por crímenes nazis, a su llegada al tribunal de Lüneburg, este martes.

Oskar Gröning, el último gran acusado por crímenes nazis, a su llegada al tribunal de Lüneburg, este martes.

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Oskar Gröning, el denominado 'contable de Auschwitz', se encargaba de confiscar las pertenencias de los prisioneros que llegaban a Auschwitz, clasificarlas y enviar el dinero a las SS en Berlín. Con ello, según la fiscalía, facilitó apoyo económico al régimen nazi y respaldó su maquinaria de muerte. Se le acusa, además, de complicidad en el asesinato de 300.000 personas, y este martes, a sus 93 años, no tuvo reparos en admitir su responsabilidad «moral» por los hechos.

«Para mí está fuera de toda duda de que soy moralmente cómplice», declaró ante el tribunal de Lüneburg (centro de Alemania), donde este martes empezó su juicio en medio de una gran expectación mediática. «Pido perdón», añadió Gröning, poniéndose a disposición de la justicia, que podría condenarle a entre 3 y 15 años de cárcel.

El antiguo oficial de las SS, cuyo juicio será probablemente uno de los últimos grandes procesos por los crímenes nazis, dada la avanzada edad de los implicados y de las víctimas, hizo una larga declaración, apoyada en recuerdos precisos. Sirvió en el campo de exterminio nazi a partir de 1942 y reconoció que desde su llegada supo que se gaseaba a los judíos. La acusación, sin embargo, se centra en el verano de 1944, cuando en el marco de la Operación Hungría llegaron a Auschwitz 425.000 deportados y al menos 300.000 fueron ejecutados en las cámaras de gas.

Gröning evocó su compromiso voluntario con las Waffen SS a finales de 1940, deseoso de «participar» en la guerra en un «cuerpo eficaz», donde realizó tareas administrativas. En 1942 fue destinado a Auschwitz, donde trabajó hasta el otoño de 1944. «Yo no sabía nada de Auschwitz ni de los otros campos de concentración antes de llegar allí», insistió ante su interrogatorio.

PAPEL SOBREESTIMADO

Al describir la vida cotidiana en aquel campo de la Polonia ocupada, donde murieron más de un millón de personas, Gröning se esforzó por diferenciar su labor del trabajo de los guardias directamente involucrados en el exterminio, asegurando que su papel había sido «sin duda sobreestimado».

El fiscal y las más de 60 acusaciones particulares presentes en el caso le reprochan haber «ayudado al régimen nazi a obtener beneficios económicos de las muertes masivas», mandando el dinero de los deportados a Berlín, y haber asistido a la «selección» separando, en la entrada del campo, a los deportados aptos para trabajar de los que iban a ser inmediatamente asesinados. «Guardando el equipaje» de las víctimas de un convoy para esconderlo de los posteriores evitó el pánico y favoreció conscientemente una matanza sin problemas, según la fiscalía. Gröning, en cambio, asegura que protegió los equipajes «de los robos». «Había mucha corrupción y tenía la impresión de que había un mercado negro», se defendió, citando el tráfico de «los relojes de oro» sustraídos a los deportados.

GRITOS DESESPERADOS

El 'contable' insistió en que solicitó por tres veces infructuosamente ser enviado al frente, como prueba de sus intentos de dejar Auschwitz, «impactado» al descubrir el exterminio que encubría sin relación alguna con la guerra. Al poco de llegar, en noviembre, vio a un guardia matar a un bebé que lloraba lanzándolo contra el lateral de un vagón. «¿Tenía que haber tomado una pistola y salvar al bebé?», se preguntaba ayer, aún atormentado. Semanas después, patrullando por el campo, oyó gritos «cada vez más fuertes y desesperados» en las cámaras de gas, y luego asistió a la cremación de cuerpos. Al acabar la guerra regresó a Alemania y contó su pasado a la prensa, dijo, para «combatir el negacionismo».