Italia vota entre la incertidumbre
El furioso mensaje contra la clase política del cómico Beppe Grillo se ha convertido en la mayor amenaza al orden establecido
ALBERT GUASCH / Roma (enviado especial)
"La nieve y un tsunami amenazan las elecciones". Este titular de este domingo de un pequeño rotativo italiano sintetiza como ningún otro la tremenda incertidumbre con que 47 millones de italianos acuden el domingo y el lunes a las urnas. La nieve es una referencia literal a la adversidad meteorológica que está este domingo complicando la circulación en muchas áreas del país. El tsunami alude a Beppe Grillo, el cómico que ha arrasado por todas las plazas que ha visitado durante la gira electoral. Su furioso mensaje contra la clase política se ha convertido en la mayor amenaza al orden y la ortodoxia del sistema de partidos.
Italia no elige solo el color ideológico de su próximo ministro y de las dos cámaras. Decide también sobre algo más profundo. A estas alturas, la incertidumbre radica en si los italianos rompen drásticamente con el orden establecido y comulgan con la prédica del vehemente cómico genovés, partidario de montar una hoguera, arrojar todos los convencionalismos políticos y empezar de cero.
La "antipolítica"
Grillo, definido como "una estrella del rock de la antipolítica", se ha convertido en un gran gurú de la rebeldía. A través de las redes sociales y del anciano método de plantar un escenario en las principales plazas, ha canalizado el hartazgo y la rabia contra todo lo que va mal en Italia: los casos de corrupción que se descubren casi a diario, los miles de millones en paraísos fiscales, la invencibilidad de una oligarquía política y empresarial, la crisis, los recortes, el paro, la falta de esperanza.
Grillo ha cogido todo eso y ha construido un relato con voluntad incendiaria que ha calado no solo entre jóvenes indignados, sino también en profesionales asentados y celebridades como el Nobel Darío Fo. Por encima de todo, demoniza a "la dictadura del euro" y a los partidos políticos. Sin excepción. En el mismo saco ha metido a Silvio Berlusconi, que hizo una de las suyas al romper la jornada de reflexión para atacar a los jueces, y a Pierluigi Bersani, favorito de los comicios al frente del Partido Democrático y al que Grillo suele referirse como 'Gargamel¿, por lo del parecido físico.
El pique de Bersani
La amenaza se ha hecho tan presente que Bersani entró al trapo en la última jornada de campaña. "Yo soy hijo de un mecánico, no soy un multimillonario", dijo en alusión al propio Grillo, que millonario es después de muchos años en el mundo del espectáculo.
El centroizquierda de Bersani puede convertirse en el salvador de un sistema que parece querer dinamitarse desde dentro, casi sin necesidad de la intervención de tipos como Grillo. Porque de todos los líderes, Bersani es el único que aspira a ser primer ministro. El resto, no puede o no quiere. Italia es así de peculiar.
Berlusconi, para conseguir la alianza de la Liga del Norte, se comprometió a ceder ese papel en caso de victoria a otro. No se sabe aún quién. Mario Monti, para no perder la condición de senador vitalicio, no aspira más que a influir. Y Grillo, por culpa de un homicidio involuntario en un accidente de tráfico de hace años, tampoco puede mandar y dice que tampoco lo desea.
Las encuestas previas hablan de una incerteza de novela negra. Mañana lunes sabremos cómo acaba.
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