Tutti contra tutti

Los principales candidatos intercambian ataques mutuos en el cierre de la campaña electoral

Berlusconi, en un mitin electoral el pasado 7 de febrero en Roma.

Berlusconi, en un mitin electoral el pasado 7 de febrero en Roma. / periodico

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Tutti contra tutti. Un ataque a ráfagas sin discriminación. Eso vendría a ser en esencia lo que ocurrió en la última jornada de la campaña electoral italiana. Nadie se libró de unos ataques, nadie se guardó una bala. Italia vota domingo y lunes para decidir el próximo Gobierno en medio de una incertidumbre que angustia a la eurozona tanto como a los propios italianos. Y ese misterio ha exacerbado la irritabilidad de los candidatos.

Si esto fuera una carrera de caballos, la apuesta más segura sería dar como ganadora a la izquierda de Pierluigi Bersani, líder del Partido Democrático. Si se convierte en la fuerza más votada se alzará con la mayoría en la Cámara de Diputados gracias a un peculiar sistema electoral que premia con asientos adicionales al partido más votado.

Pero para gobernar necesitaría también una mayoría en el Senado, hito ya más improbable. Los últimos sondeos indicaban que podría haber una mayoría muy al filo de la navaja si hubiera un pacto entre la izquierda y los centristas de Mario Monti. Digamos que ese sería el escenario más tranquilizador para la comunidad internacional.

Espectáculo de la antipolítica

Entrariamos ya en campos minados si cualquier pacto de estabilidad dependiera de Silvio Berlusconi o de Beppe Grillo. El cómico y su espectáculo sobre la antipolítica llenó a reventar este viernes una plaza de Roma y logró la estampa más contundente del día. Habló de dinamitar el Parlamento, de revisar las cuentas de cada político profesional y, por supuesto, de salir del euro.

Su popularidad debería ser tan temida en Europa como la de Berlusconi, que anoche tuvo que cancelar su participación en el mitin final de Nápoles por culpa de una conjuntivitis. Ambos, con todas la reservas, parecen disputarse la segunda plaza.

La cuarta y última posición entre los grandes partidos está destinada a quedársela el último primer ministro, Mario Monti, que en el cierre e campaña en Florencia quiso lanzar un mensaje de esperanza. “El túnel acabará. Ha sido largo y los sabemos. Pero la Comisión Europea ha anunciado este viernes que saldremos de la recesión a finales del 2013 y hemos corregido el déficit”. Un espaldarazo de última hora de Bruselas, se supone que nada inocente, al predilecto de los líderes europeos.

Bersani, en el cierre de su campaña en Roma, trató de llenar de sensatez la ausencia de carisma. “La política no se hace con populismo, no es solo conseguir un aplauso. La política es gobernar para cambiar. Lo que no puede ser es buscar un cambio y no poner un Gobierno”, dijo en alusión a Beppe Grillo. Una llamada a los muchos desencantados en el paisaje electoral.