Crisis política en Italia

La dimisión de Monti abre la campaña electoral

ROSSEND DOMÈNECH
ROMA

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Mario Monti presentó ayer su dimisión formal como presidente del Gabinete de tecnócratas formado un año atrás para afrontar la crisis, abriendo de hecho una campaña electoral cuyos resultados serán muy disputados entre los nuevos conservadores y los progresistas. Se tratará de una batalla electoral en la que el exprimer ministro Silvio Berlusconi parece relegado al papel de tercer o cuarto actor.

Los sondeos premian con el 30% de los sufragios, por ahora y por primera vez en más de 60 años, a los progresistas del Partido Democrático (PD), liderado por Pierluigi Bersani. Mañana Monti anunciará si se presenta o no a los comicios de febrero, o si apoya o no como «etiqueta de calidad» a cuatro listas moderadas, lo que podría cambiar el resultado electoral.

«Si el Gobierno cae no es por culpa de los mayas», dijo irónicamente ayer Monti, en referencia a los conservadores de Berlusconi que le retiraron el apoyo, forzando el adelanto de las elecciones. En una recepción a los embajadores italianos en el mundo, Monti les dijo ayer que se trataba de su «último acto antes de la dimisión formal ante el jefe del Estado». «Gracias por haberme permitido concluir aquí estos difíciles pero fascinantes 13 meses», afirmó.

CUATRO LISTAS / Mañana, Monti, en una rueda de prensa de balance de su mandato, explicará sus planes de futuro, después de que ya se hayan formado al menos cuatro listas o formaciones políticas conservadoras que se presentarán separadas para el Congreso y unidas para el Senado, a causa del distinto listón para poder entrar en las cámaras. Para el primero la ley exige superar el 5% de los votos y para el segundo el 8%.

A las cuatro listas de moderados se unirán los disidentes del partido conservador que abandonen a Berlusconi, lo que una parte ya ha realizado por la derecha y otra lo hará en las próximas horas por el centro. Entre estos últimos, 20 de los 25 eurodiputados del Pueblo de la Libertad (PDL) en Estrasburgo.

Los conservadores han hecho sudar a Monti el final de la legislatura, retrasando las últimas medidas ya listas para su aprobación. Se trata del decreto sobre la prohibición para los condenados con sentencia definitiva de presentarse a unas elecciones y de una enmienda a los presupuestos sobre las condiciones para crear nuevas formaciones políticas en vísperas de las elecciones.

«La acción reformadora debe proseguir en la próxima legislatura», ha dicho Monti, subrayando el aspecto que, posiblemente, decidirá el resultado electoral de febrero. Los italianos no están contentos con los recortes del Gobierno de Monti, por más que no se parezcan ni de lejos a los de España, Grecia y Portugal.

INDECISOS / Paralelamente, si bien los sondeos muestran que los electores parecen entender parcialmente las políticas del Gobierno tecnocrático, expresan también sus dudas entre proseguir con Monti o cambiar de caballo y apostar por los progresistas, confiando en una mayor equidad social.

Por ahora, la oferta electoral comprende a unos partidos con la etiqueta de «calidad Monti». Se trata del centrista UDC de Pierferdinando Casini, la derecha social del FLI de Gianfranco Fini, el liberal Italia Futura de Luca Cordero de Montezemolo y el grupo de disidentes de Silvio Berlusconi. Irán también los obreros católicos de las ACLI, los sindicalistas de CISL, segunda central obrera del país, y los católicos de Comunión y Liberación (CL). El Vaticano les apoya.

Sus adversarios en las urnas serán los progresistas (PD), aliados con Izquierda y Libertad (SEL), apoyados por la CGIL, primer sindicato del país y una parte de las nuevas generaciones que en las pasadas primarias votaron al joven alcalde de Florencia, Matteo Renzi.