Congreso del partido comunista

El salón de la vergüenza

El artista 8 Zhang Bingjian, junto a los retratos de los funcionarios condenados por corrupción.

El artista 8 Zhang Bingjian, junto a los retratos de los funcionarios condenados por corrupción.

ADRIÁN FONCILLAS
PEKÍN

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Zhang Bingjian escuchó que 3.000 funcionarios habían sido condenados por corrupción en un año y decidió transformar su indignación en arte: un retrato para cada uno de los sentenciados. Han pasado tres años desde aquella fecha y ya acumula 2.000 óleos en su estudio a las afueras de Pekín. Son dos retratos por día de media. Solo un porcentaje ínfimo cuelga de las paredes. El resto descansa enrollado en cajas. «Me caben unos 10.000 más, calculo. Mientras estamos hablando es muy probable que alguno esté siendo condenado», asegura.

A Zhang le costó ocho meses idear un proyecto artístico basado en la ironía. Es irónico que solo utilice el malva, el color de los billetes de 100 yuanes (ocho euros), el más alto en circulación. Es irónico que en el marco incluya un sello, signo del poder imperial, con la información del funcionario, el delito y la pena. Es irónico que lo llameEl salón de la fama. Y es irónico que no los pinte él, sino que los encargue a Dafen, un pequeño pueblo del sur de donde sale el 70 % de los cuadros copiados del mundo. Un ejército de artistas, normalmente estudiantes, pinta a ritmo de cadena de montaje.«Es una crítica al sistema que ha hecho próspera a China: mano de obra y materiales baratos, exportaciones, producción en masa...», explica. Cuando las sentencias fluyen a ritmo alto, Zhang emplea a una treintena de pintores. No es la intención que los retratados salgan favorecidos.

Crítica social

Zhang tiene experiencia en convertir la crítica social en arte. Es astuto, viajado y analiza la realidad de su país con estimulante hondura. Critica que la sociedad se escandalice por la corrupción de los poderosos mientras la practica a diario.«Los periodistas siempre preguntáis por la corrupción de los políticos pero no por la de los ciudadanos. El sistema alimenta la corrupción. Si quieres que tu hijo entre en una buena escuela, buscarás a amigos que conozcan al director. Si tienes un problema, corromperás a alguien. Lo hacemos porque creemos que no hay otro camino, pero es nuestra responsabilidad buscarlo. Yo no fui a una buena escuela, y aún así integré la primera generación de directores chinos junto a Zhang Yimou. Todos podemos luchar contra la corrupción y yo lo hago con los óleos», explica.

La red de influencias

Zhang alude alguanxi, la red de conexiones que vertebran la sociedad en un ovillo de influencias y favores prestados y debidos. En la teoría no es necesariamente negativo, pero en la práctica alguanxiy la corrupción les separa medio paso. Las leyes occidentales tipifican como conflicto de intereses muchas de las prácticas cotidianas aquí, que en muchos casos ni siquiera son ilegales. La expresiónmai guan(comprar un trabajo) se ha popularizado en los últimos años. Cualquier puesto oficial sirve, ya sea supervisor de ferrocarriles o policía local. Los procesos de selección se evitan untando convenientemente con la certeza de la inversión segura. Recientemente apareció publicado el caso de un joven de Mongolia Interior que pagó el equivalente de 18.700 euros para tener un puesto de policía local que tiene asignado un sueldo mensual de 215 euros.

«Elguanxi en España significa que le pagas al amigo un café, pero aquí un café no basta», dice Zhang, quien admite después no seguir muy de cerca la realidad española.

Zhang ha atraído el interés de la prensa local e internacional con sus caras malvas pero aún no ha sacado un yuan con ellas. Lo atribuye a su falta de agente y descarta la censura o el miedo. Sus óleos han salido en la CCTV (la televisión pública) y en Xinhua (la agencia de noticias) y otros medios oficiales han reclamado sus opiniones en materia de corrupción. No ha vendido ni un cuadro y parece acuciado. Su falta de efectivo ha retrasado en varias ocasiones los encargos a Dafen.«¿Quieres uno? Nadie ha dicho que el arte sea sólo para el salón de estar. También puede colgarse en el lavabo, y éstos son perfectos para ello», razona.

«No conozco al último que ha entrado en mi estudio. Para mí solo son caras. No he pensado en terminar el proyecto porque su belleza radica en que es abierto, sin el marco que encierra una obra convencional. Quizá continúe años. O quizá acabe mañana, si no hay más corrupción en China». Y Zhang suelta una carcajada que descubre sus encías.