Los ajustes de cuentas de las mafias del ocio nocturno sacuden Oporto y Lisboa, con cuatro asesinatos en dos meses

Las autoridades apuntan a empresas ilegales de seguridad

PATRICIA AMEIJEIRAS / LISBOA

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Dos meses, cuatro muertos y más de 10 heridos por arma de fuego. Estas cifras son el resultado de los ajustes de cuentas entre las mafias de la noche en las ciudades de Oporto y Lisboa. Un sórdido mundo nocturno con muchas ramificaciones: tráfico de drogas y de armas, guardias de seguridad, propietarios de locales...

Estos ajustes de cuentas, al más puro estilo de la Mafia italiana, se producen además a la vista de todo el mundo, en la entrada de las discotecas o incluso dentro, ante los ojos de miles de jóvenes que salen a divertirse.

El asesinato de uno de los empresarios más importantes de la noche de Oporto, Aurelio Palha, que fue acribillado a balazos a la puerta de una de las discotecas de moda de la ciudad, Chic --de su propiedad--, cuando hablaba con uno de sus guardias de seguridad, fue la gota que colmó el vaso, y la alarma saltó definitivamente. El día anterior hubo un tiroteo en la Ribeira de Oporto entre dos bandas de agentes de seguridad, pero no hubo heridos. Un mes antes, mataron a balazos a uno de los porteros del local El Sonero, y así hasta cuatro. Además de los heridos, en otros tantos altercados. La mayoría en Oporto, pero la capital del país tampoco se queda atrás.

Preocupación oficial

Las autoridades son conscientes de que el asunto está complicado, como reconoce el director de la Policía Judicial de Oporto, Vítor Guimaraes. "Sabemos que todo ocurre en torno a las mismas realidades. La noche de Oporto está sin control, marcada por rencillas. Es un mundo hermético de poderes instalados", dice. Una opinión que comparte Antonio Fonseca, de la Asociación de Bares de la Ribeira: "Es una bola de nieve, los ajustes de cuentas tienen respuesta".

El subintendente de la Dirección Nacional de la Policía de Seguridad Pública (PSP), Pedro Moura, confirma que la situación es preocupante. "Los crímenes cometidos han sido contra objetivos concretos", sostiene. Por eso, dice, no es una cuestión de más policías en las calles por las noches, aunque se va a reforzar la vigilancia. La realidad parece darle la razón, ya que las discotecas siguen llenas y no se ha registrado un descenso de clientes, tal y como confirman los empresarios.

Un guardia de seguridad de Oporto, que no se quiere identificar, confirma las teorías de la policía. "Está todo descontrolado. No pasará mucho tiempo antes de que haya nuevas víctimas. Hay por lo menos cuatro individuos que pueden ser asesinados próximamente. Hay una lista. Ya murieron dos, faltan al menos cuatro", asegura, en referencia a los asesinatos de las discotecas Chic y El Sonero.

Es precisamente el gremio de la seguridad privada el que más preocupa a las autoridades. En Oporto, solo 12 de los 156 establecimientos nocturnos tienen empresas legales a cargo de la seguridad. En una inspección nocturna de rutina en cinco discotecas encontraron a 12 guardias ilegales.

En este ramo hay varios bandos, desvela la policía. Contratan a gente con formación militar, muchos están armados y llevan chalecos antibalas para estar en una discoteca. De hecho, algunos son policías que trabajan en la seguridad privada en su tiempo libre. Al menos así lo denuncian la Asociación Sindical Independiente de Agentes de la PSP y la Asociación Sindical de los Profesionales de la Policía, que han pedido que se investigue la relación de agentes con actividades ilegales en este mundo.

Golpeado hasta la muerte

Ante estas situaciones, hay quien dice que la noche ya no es segura en Portugal porque, aunque en la mayoría de los casos el objetivo estaba elegido de antemano, a veces se producen los llamados "efectos colaterales". "Hace varias semanas un hombre fue golpeado hasta la muerte en Lisboa por estar en el sitio inadecuado en el momento equivocado", argumenta el periodista José Carlos Marques. Para su compañero Antonio Sergio Azenha, la noche sigue siendo segura, sobre todo "si la comparamos con otras capitales".

Segura o no, lo cierto es que en la noche de las dos principales ciudades portuguesas parece haber un submundo criminal, que funciona como una mafia y actúa con total impunidad bajo una actividad legal y con muchos simpatizantes, como es la diversión nocturna. La responsabilidad de que esta no se convierta en tragedia recae en las autoridades, tanto políticas como policiales.