ESCÁNDALO EN LOS FOGONES

Marco Batali, con las manos en la blusa

El chef Mario Batali se aparta de su imperio culinario tras ser acusado por cuatro mujeres de compartamiento sexual inadecuado

lmmarco41281077 files  this file photo taken on october 17  2016 shows chef 171212194431

lmmarco41281077 files this file photo taken on october 17 2016 shows chef 171212194431 / periodico

Ricardo Mir de Francia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mario Batali es hombre de apetito pantagruélico y ubiquidad divina. En las librerías hay una docena de libros de cocina que llevan su nombre. Entre Nueva York y Singapur es copropietario de casi una treintena de restaurantes. En televisión, protagonizaba un programa en el Food Network y salpimentaba otro en ABC News. Acumula varias estrellas Michelín; un James Beard como mejor chef neoyorkino; y una legión de amiguetes famosos. Hasta tiene una fundación para ayudar a los niños desfavorecidos. Con sus manos levantó un imperio de tortellini y melanzane y con esas mismas manos podría perderlo. A Batali le han pillado con las manazas en la blusa y en el culo. Parece que era un pulpo a la italiana.

El chef de Seattle, de 57 años y de origen italiano y francés, aunque estudió en Madrid cuando era un adolescente, se ha apartado temporalmente de su emporio culinario después de que cuatro mujeres lo hayan acusado de comportamiento sexual inapropiado. Otro tótem que se tambalea por el vendaval de tolerancia cero que se impone en Estados Unidos ante los abusos de poder de los machos alfa con supuesta licencia para manosear y abusar del sexo opuesto.

3.500 demandas civiles de acoso

Cineastas, periodistas, políticos o deportistas están cayendo como moscas, aunque no son más que la punta del iceberg. Solo el año pasado se presentaron más de 3.500 demandas civiles por acoso en el puesto de trabajo. Y eso que por entonces no había estallado el caso Weinstein ni se había puesto en marcha el movimiento #MeToo.

“Aunque no han compartido conmigo la identidad de la mayoría de individuos mencionados en esos artículos, el comportamiento que describen encaja en gran medida con la forma en la que he actuado”, reconoció Batali el lunes. "Acepto toda la responsabilidad y lamento muchísimo el dolor, la humillación y la incomodidad que puedo haber causado a mis colegas, empleados, clientes, amigos y familia”, aseguró el chef tras admitir que su comportamiento es “inexcusable”.

En su caso ha sido la publicación culinaria ‘Eater New York’ la que ha destapado la liebre. El artículo recoge las acusaciones de cuatro mujeres, tres de las cuales trabajaron en algún momento para Batali. Sus identidades no se han desvelado por temor a represalias. Una de ellas conoció al chef durante una subasta de vinos hace unos diez años. Rondaba la veintena y como restauradora en ciernes se acercó a saludar al que era uno de sus referentes. Aparentemente Batali había bebido más de la cuenta y le lanzó “miradas provocadoras y desagradables”, antes de ofrecerle un trabajo. En el barullo, alguien le dio un golpe y se le cayó el vino sobre la blusa escotada. Batali empezó supuestamente a manosearle el pecho. “Déjame que te ayude con eso”, le dijo. “Yo bajé la cabeza, me aparté de él asqueada y me fui”, ha declarado la mujer.

Una de sus ex empleadas ha contado que durante dos años se dedicó a tocarle el trasero y emparedarla mientras trabajaba. Otra esgrime que le tocó el pecho durante una fiesta. Y una cuarta que le manoseó el culo en el comedor de un restaurante. Las consecuencias han sido inmediatas. ABC News le ha pedido a Batali que dimita del programa ‘The Chew’ en el que participa desde el 2011. Y la cadena Food Network ha dicho que no tiene planes de grabar una nueva temporada de ‘Molto Mario’, el programa que le lanzó a la fama desde que comenzó a emitirse en 1997.

También el 'New Yorker' despide a uno de sus reporteros estrella

Charlie Rose, Bill O'Reilly, Matt Lauer, Mark Halperin y ahora Ryan Lizza. El gran reportero político de la revista 'New Yorker'  ha sido fulminantemente despedido por "conducta sexual inapropiada". El medio no ha querido dar más detalles, alegando los motivos de privacidad esgrimidos por la supuesta víctima. Lizza, que es también comentarista de la CNN, ha rechazado las acusaciones afirmando que el New Yorker "ha caracterizado la relación respetuosa que mantuve con una mujer con la que estuve saliendo como inapropiada". Es "un terrible error", ha añadido, tras alegar que "la decisión se tomó precipitadamente y sin una investigación completa de los hechos".