Barcelona, epicentro del 'boom'

Un libro del periodista Xavi Ayén da una nueva luz al grupo literario

Barral 3 «¿Puede alguien todavía criticar su olfato?», se pregunta Ayén sobre el editor.

Barral 3 «¿Puede alguien todavía criticar su olfato?», se pregunta Ayén sobre el editor.

ELENA HEVIA / Barcelona

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Mucho se ha hecho esperar el libro del periodista Xavi Ayén 'Aquellos años del boom' (RBA), en el que prometía explicar, más allá de la gran historia, los recovecos e interioridades de aquellos escritores. Encabezado por los futuros nobeles Gabriel García Márquez Mario Vargas Llosa, el grupo tuvo por epicentro la Barcelona de 1967 a 1976 y, con la agente Carmen Balcells como maestra de ceremonia, irradió una de las literaturas más influyentes del siglo pasado. Tras 10 años de elaboración, el estudio, ganador del Premio Gaziel de Biografías y Memorias, incluye consultas documentales en los archivos de Princeton y el testimonio directo de centenares de personajes que estuvieron en el centro y en la periferia del movimiento, sin olvidar el apoyo de la superagente. «Cuando me puse a trabajar en este libro tuve claro que hasta que no accediera a Balcells, la cosmología de personajes y autores del boom iba a quedar incompleta». Gracias a ella, pudo Ayén hacerle la última entrevista formal a García Márquez y, gracias a un golpe de suerte, ser testigo en directo del anuncio del Nobel a Vargas Llosa.

Sobre estos dos nombres gravita el libro, a pesar de que en él se hable de otros próceres del boom como Julio Cortázar -de quien el autor recoge la sospecha de Cristina Peri Rossi, que ella desveló en un libro publicado en el 2001, de que el argentino podría haber muerto de sida a resultas de una transfusión-, el mexicano Carlos Fuentes -que no tuvo nunca casa en Barcelona pero frecuentó la ciudad- y el torturado chileno José Donoso. Además de otros personajes fundamentales como el editor Carlos Barral, sin duda otro de los artífices del 'boom', aunque se le 'escapase' 'Cien años de soledad'.

Ya antes de la publicación de 'Aquellos años del boom' circulaba la especie de que el libro por fin iba a poner negro sobre blanco el trasfondo de la aireada ruptura entre Vargas Llosa García Márquez, que se ejemplifica en el derechazo que el primero le propinó al segundo en la sala de un cine mexicano el 12 de febrero de 1976. «Esto, por lo que le hiciste a Patricia [la esposa entonces y ahora de Vargas Llosa] en Barcelona», fue la frase con la que acompañó el gesto.

Hace ya tiempo que se descartó la tesis de que el distanciamiento fue gradual y motivado por motivos políticos. Ayén recaba información y encuentra el principio de ese fin en una crisis matrimonial de los Vargas Llosa. En junio de 1974, el escritor peruano, su esposa y sus tres hijos -Morgana apenas recién nacida- regresaban a Perú, tras un provechosa estancia en esta ciudad de cuatro años. En el barco que los lleva, él queda fascinado por Susana, una bella compatriota casada y residente habitual en Madrid. El escritor decide separarse de Patricia nada más llegar a puerto y regresa con su nuevo amor a Barcelona. Pero el romance no pasa la prueba de la cotidianidad y el autor se plantea un lento regreso junto a su familia.

En 1975, con la crisis coleando, Patricia viaja sola brevemente a Barcelona y participa junto a Gabo en una animada y concurrida velada que acaba en Bocaccio. Jorge Edwards, uno de los participantes cuenta de aquella noche: «Mario Vargas Llosa dice que Gabo intentó llevarse a Patricia a un hotel». Escribe Ayén: «Gabo bromeará con ella [Patricia]: 'Pues para vengarte de Mario, nos hacemos amantes'». Pero quizá la clave de la enemistad es que «García Márquez cometió una indiscrección mayúscula, al revelarle a Patricia Llosa alguna correría de su marido, cometida en los años de Barcelona». Otros dicen que fue ella, despechada, la que magnificó ante su marido las bromas de Gabo para darle celos. Agua pasada. Porque hace ya muchos años que los Vargas Llosa son una pareja sólida. Ayén es consciente de que el episodio no tendría ningún interés «si no fuera porque es una de las claves del distanciamiento que rompe el 'boom'».