Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

Volver a los orígenes

Los dogmas de cualquier índole no son innatos del ser humano, sino que se inoculan a través de los adoctrinamientos de los individuos o colectivos. A través de los tiempos, las diferentes religiones, creencias o filosofías y formas de vida, han ido convirtiéndonos en entes impersonales, socializados entre la masa, prevaleciendo los dogmas de ésta sobre aspectos inalienables del propio ser individual: pensamiento, asociación de ideas, juicio o raciocinio. Extrapolando esta realidad -no existencial- al ámbito político, suele sucederse la paradoja de que la movilización de uno o varios grupos arrastran a otros -en ocasiones con intereses contrapuestos-, conformando una masa y con ello un espectro creíble y perfectamente visible para el resto de masas.

Llegado a este contexto, se suceden diferentes -y en ocasiones, convulsos- movimientos en los que cada individuo intenta posicionarse y ubicarse en el lugar que cree corresponderle. Y es ahí donde se instala la confusión, el debate y la disputa por el apropiamiento de la razón o la verdad.

Sería un ejercicio saludable -y recomendable- retrotraernos de tanto en tanto a nuestros orígenes y recobrar esa esencia connatural de nuestro ser en muchos momentos de la vida desahuciada en pos de la colectividad, como una forma de restablecer el equilibrio natural del individuo respecto de las masas o multitudes.

Platón afirmaba que "cuando es la multitud la que ejerce su autoridad, es más cruel aún que los tiranos.

Gregorio Marañón aseguraba que "la multitud ha sido en todas las épocas de la historia arrastrada por gestos más que por ideas. La muchedumbre no razona jamás".

Sócrates aseveraba que "para encontrarte a ti mismo, piensa por ti mismo".

Participaciones de loslectores

Másdebates