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Vivir sin perder el tiempo

Una mujer muestra dos relojes con el cambio de hora, en una foto de archivo.

Una mujer muestra dos relojes con el cambio de hora, en una foto de archivo. / EFE / ANDREAS GEBERT

Sheila Redondo Grande

Cada día la vida nos regala 1.440 minutos. La decisión sobre qué hacer con ellos es nuestra. El trabajo, dormir, los estudios... Todo ello nos roba, sin que nos demos cuenta, gran parte de este tiempo, aunque aún nos quedan muchos minutos para disfrutar. Pero ¿qué hacemos con ellos? ¿Sacamos el máximo provecho? ¿Disfrutamos de nuestro tiempo y lo invertimos en cosas que realmente nos hacen felices?

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En mi caso, tristemente he de decir que no. Me he dado cuenta de cuánto tiempo malgasto navegando en internet, en las redes sociales, viendo la tele o en no hacer nada que me aporte algo. Dedico casi todos mis minutos a la arena que rellena el tarro que es mi vida y dejo para después las piedras grandes, lo que de verdad me importa. Y ese 'después' no existe, solo existe el ahora. El pasado no lo podemos recuperar y el futuro es incierto, aún está por llegar, lo podemos imaginar, pero no lo podemos vivir.

Pero ¿qué es perder el tiempo? Para mí, no dedicarlo a las cosas y a las personas que me llenan y que me hacen feliz, no dedicarlo a nada que sume ni a las cosas importantes, o no invertirlo en algo que me vaya a producir un beneficio a corto o largo plazo. Sé que lo he perdido cuando no me importa en absoluto lo que he hecho o incluso ni lo recuerdo. Por ello me he propuesto -y os propongo- hacer que esos minutos cuenten, reflexionar sobre en qué los gastamos y si de verdad es cómo los queremos gastar.

Seamos listos, usemos bien esos minutos, porque solo los tendremos una vez, durante un tiempo limitado, y nunca volverán... Al fin y al cabo, ninguno de nosotros queremos arrepentirnos de haber perdido el tiempo.

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