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Viviendas cada vez más pequeñas para grandes ciudades

Anuncio de Habitaclia de un piso en Barcelona.

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La diferencia en los precios del alquiler en las distintas ciudades de España es brutal, basta con mirar un poco en internet y darse cuenta de que alquilar un piso de 70 metros cuadrados, por ejemplo, en Alicante, puede costar unos 400 euros al mes, y sin embargo, un piso de las mismas características en Barcelona cuesta 1.000 euros. Más del doble, y sin embargo los salarios no se duplican de una ciudad a la otra.

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Ganarse la vida, y aún más en las capitales, es cada vez más difícil; parece mentira pero los sueldos bajan y los alquileres suben ¿estamos todos locos? Las grandes ciudades son cada vez más grandes y, sin embargo, las viviendas cada vez más pequeñas. Irónico. No es cuestión de vivir en Hong Kong ni en Manhattan, no es que ello justifique una infravivienda minúscula. Eso, sin contar el precio desorbitante que se paga por lo poco que se tiene. Sea cual sea la ciudad, estamos hablando de vivir, o mejor dicho de sobrevivir, porque vamos de casa al trabajo, del trabajo a casa... ¿Para qué queremos un piso más grande si nunca estamos? Los padres en el trabajo, los niños en la guardería… En casa solo dormimos y comemos, como mucho. Basta con que entre una cama y un microondas, el resto es un lujo.

Pequeños cuartuchos con apenas luz a precios desorbitados, que parecen un lujo y un orgullo para aquellos jóvenes que apenas pueden pagarlo, pero al menos pueden decir "yo me independicé de mis padres". Así es, esa es la realidad porque aunque estemos todos en contra de esta moda, ninguno de nosotros puede salirse de ella. Una gran partida de dominó que concatena el precio de la vivienda con el trabajo, con los sueldos, con la ley de arrendamiento, con los políticos, con la impotencia social. Alguna de estas piezas debe cambiar para que cambie el resto.

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