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Puigdemont y su planificada huida a Bélgica

Los expresidentes Artur Mas y Carles Puigdemont, este jueves, en Bruselas.

Los expresidentes Artur Mas y Carles Puigdemont, este jueves, en Bruselas. / AFP / RICCARDO PAREGGIANI

Se empecinan algunos en discutir la constitucionalidad o no del artículo 155 de la Constitución. Parece un poco tardío, ¿no? Han pasado casi 40 años desde su publicación.

Advierten otros sobre la conveniencia o no de haberlo aplicado, pero no es este un asunto de conveniencia u oportunidad política, sino de corregir una deriva inconstitucional y, por ende, delictiva. Hay quien se queja de la toma de nuestras instituciones por parte del Estado, habiendo liquidado así nuestro autogobierno. Incluso hay quien llega a asimilarlo a un nuevo 1714. ¡Ya está bien!

Sin entrar en discusiones de si fue o no el Gobierno responsable de la situación creada, que desembocó en la aplicación del célebre 155, que más me parece una discusión sobre si eran galgos o podencos, lo que no he visto, oído o leído nada que nos eche luz sobre cómo se debería haber actuado ante ilegalidades tan manifiestas como las acontecidas en nuestro Parlament en los días previos a la suspensión de la autonomía.

Bueno, hay quien dice deberían haber hablado los representantes de ambos bandos. ¿De qué habrían debido hablar? Porque si se tira de hemeroteca comprobaremos que el huido señor Puigdemont se hartó de decir que solo hablaría de cómo obtener la independencia. Consecuente con sus ideas, pero ilegal, pues rebasó el mandato recibido, en base a unas leyes que luego obvió, perdiendo así, entiendo, su legitimidad. Y, por favor, no me vengan con historias como las leyes de transitoriedad o la DUI, productos de la ilegalidad que nos llevaron al 155.

Pero este camino de nuestro expresident no ha sido, pienso, algo fruto de la improvisación. Todo lo contrario. No es que aquí exista más o menos democracia que allí. Se trata de una hoja de ruta diseñada por un equipo de expertos, con total profesionalidad. No es casualidad su marcha a Bélgica, con leyes diferentes a las nuestras y la contratación de un experto (posiblemente el mejor) penalista, buen conocedor de los agujeros existentes entre los diferentes códigos penales europeos.

Pero, como dice el refrán, 'entre calé y calé, no cabe la buena ventura' y nuestros tribunales han desactivado la estrategia del huido y su equipo. 

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