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Una lista de espera de cinco años

Hospital de Bellvitge

Hospital de Bellvitge / EL PERIÓDICO / HOSPITAL DE BELLVITGE

Yolanda Sánchez

"Por fin tenemos un diagnóstico", me dijo el gastrólogo que me llevaba. Casi me cayeron lágrimas de la emoción. Casi un año de oclusiones intestinales constantes, dolores horribles de barriga, vómitos, una pérdida incesante de peso (ya van más de ocho kilos)... He tenido que abandonar todas mis actividades deportivas (escalada, 'running') y con ellas he perdido muchos de mis contactos sociales. Imposible tener relaciones sexuales. Y todo con 32 años. Pero por fin sabían cuál era la causa. Todo esto iba a terminar.

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"La buena noticia es que se puede solucionar con una operación y podrás volver a llevar una vida normal". Pinta bien la cosa, pensé. Se acabó ir laxada hasta las orejas, tener que ponerme cada dos días una sonda rectal yo solita en casa, enemas de limpieza, horas en salas de espera de urgencias... "La mala es que hay cinco años de lista de espera". No supe si echarme a llorar, a reír ante la idea de continuar en esta situación cinco años más y plantarme hasta los 37 años con la calidad de vida que tengo ahora mismo, sin poder tener familia, sin poder hacer nada de lo que me gusta, con mi salud constantemente pendiendo de un hilo, por no hablar de mi salud mental e incluso de mi trabajo.

Esta es la situación en el Hospital de Bellvitge. La explicación que dan es rotunda: hay mucho cáncer y hay que operarlo dentro de unos plazos. Lo entiendo, de cáncer uno puede morir, pero el resto de pacientes así no vivimos. ¿Alguien se plantea esto? ¿A alguien le importa? Lo siguiente que proponen., evidentemente, es la sanidad privada. Trabajo en este hospital y no pienso rendirme. Siempre he creído en el derecho a una sanidad universal e igualitaria. Si la única manera de poder tener una vida digna es comprándome una operación, no voy a hacerlo, pero voy a alzar mi voz para que todos se enteren de cómo funcionan las cosas en nuestro sistema sanitario.

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