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Tortugas que transportan elefantes

Fachada de la sede de Telefónica en Madrid.

Fachada de la sede de Telefónica en Madrid. / REUTERS / JUAN MEDINA

Se cuenta que una tortuga porta, en tiempos de informática conveniente a las empresas de telefonía, mi contrato virtual de internet a los centros reales de Orange Movistar. Después de más de una semana sin el servicio por mi mensaje de un ‘sí’ a probar las ventajas que me ofrecía Orange, y que solo pasó un día y medio desde el ‘sí’ al ‘no’ con ella, y en que Movistar supo de mi regreso, veo terminar el transporte del del elefante que la tortuga llevó a un lado y lo regresó al otro. Orange me dijo que el sistema, su sistema operativo, no le permitía darme de baja hasta que no me diera el alta que yo ya había cancelado y Movistar me repitió que eso es así.

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Ambas empresas afirman que uno tiene 15 días para aceptar o rechazar el servicio y que nunca pasarán más de 3 horas de su interrupción por el pase de una empresa a otra, pero todo tiene algo muy singular: igual que subieron el elefante a la tortuga, yo debo hacer mi viaje entre las empresas, sus franquicias y las subcontratas por innumerables grabaciones trasmitidas desde Perú Colombia que me apuran a marcar una opción, otra más y dejarme colgado. Entonces, debo repetir el viaje hasta que las compañías crean que lo tengo bien asumido y nunca más piense en retar al sistema operativo, o sea, al ‘sistema’, el mismo que usan los Bancos, otras corporaciones y hasta los servicios públicos que abandonan sus dígitos normales para usar un 902 y darme latigazos. Es la pesadilla que pago, aunque no sé qué más pagaré ahora, por los servicios del ‘sistema’.

No escribo 'sistema capitalista' porque mi anticapitalismo, el de la CUP, el de Podemos y el de tantos como yo, en divertida pasarela fantasmal por la política, no logramos dirigirlo a una lucha sin cuartel contra el ‘sistema’. No sería difícil, es bien sencillo, pero el 'Sí se Puede' solo vale si caminamos profundamente unidos. Y hay que hacerlo ya, antes que las musiquitas de las máquinas nos conviertan en tortugas transportando los elefantes de nuestro ruin y gozoso anticapitalismo.

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