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Todo el mundo debería ser camarero un día en su vida

Una estudiante del CETT sirve una bandeja con platillos, el año pasado.

Una estudiante del CETT sirve una bandeja con platillos, el año pasado. / JORDI COTRINA

Quizá porque durante muchos años he sido yo el que estaba al otro lado, me irrita desmesuradamente la falta de empatía y poco respeto que sufren en múltiples ocasiones los camareros.

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No se por qué extraña razón, hay un tipo de cliente (desgraciadamente demasiadas personas pertenecen a este grupo) que se siente superior al camarero. Por ello, se cree con el derecho a no saludar, a pedir las cosas sin con un 'por favor', a no decir 'gracias' y, por supuesto, a tener extrañas sensaciones como que son los últimos en ser atendidos, que el camarero es muy torpe o que tarda mucho. Sin pensar ni siquiera un momento en que quizás es el primer día de trabajo de esa persona, a la cual no han formado, le han puesto un delantal y lo han soltado en mitad de un servicio cual toro en una plaza, por poner un ejemplo. 

En esta sociedad, en la sociedad de lo urgente, lo rápido, la sociedad del "ya para ya", nos hemos vuelto seres impacientes, poco empáticos y, sobre todo, poco humanos.Muchas veces pienso que todo el mundo, aunque sea un día en su vida, debería ser camarero.

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