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El superhombre hace tiempo que está aquí

José Minguell Calvo

Yo pensaba que eran fábulas, historias tan bien elaboradas que hacían que su veracidad fuese incuestionable. Pero no, resulta que es tan real como lo pueden ser estas letras.

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Sin caer en la duda metódica, pues entraríamos en un bucle infinito, quisiera hacerte ver que esa concatenación de letras tan usada en reuniones, películas o en galletas de la suerte de tinte oriental está más vigente que nunca.

Nihilismo. Sin más. Sin aderezos ni lazos que den empaque a una palabra que por sí misma es capaz de librar batallas apasionadas entre congéneres de toga y tableta.

¿Y qué te digo sobre ella? ¿Te comento que me susurra que debe llegar un superhombre capaz de librarnos del mal? ¿Tal vez te puede decir que el mundo de los valores ha llegado al fin de sus días y que la moral y la ética se han perdido por completo? No me atrevería a hablarte de la deidad, esa que parece que ha muerto. No quisiera recordarte que pudiéramos estar solos y que el panorama es dantesco.

Pero, tranquilos, que ante esa decadencia, existe un bálsamo que combatirá los envistes de ese nihilismo enfurecido. Ese superhombre será el ungüento capaz de lidiar con el desolador panorama. Capaz de afrontar los vaivenes y asumir lo que le viene.

Resulta que mirando a mi alrededor, puedo entender perfectamente qué es eso de nihilismo. Rodeados de falta de ética y moral, aquí y allí, parece que los valores se están perdiendo de manera definitiva. La podredumbre del hombre se está instaurando tan hondo que la llegada del superhombre debe ser inminente.

Lo que Nietzsche no contemplaba es que, de superhombres, estamos plagados. Esos que deben lidiar con esa desconsideración permanente, esa impunidad manifiesta de aquellos que le obligan a hacer autenticas virguerías para poder levantarse cada mañana.

Pero no tiene poderes. Está condenado a sobrevivir entre los cadáveres de aquellos que quisieron serlo y no pudieron. Está más preocupado por sobrevivir que por combatir.

Pero también debo decir que, ahí lo tenemos, preparado y en cualquier momento puede dar el golpe sobre la mesa y reclamar lo que es suyo, lo que es nuestro.

Todos somos superhombres pero aún no lo sabemos.

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