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No subas el Himalaya sino conoces el nombre de tus vecinos

Vista aérea del Eixample.

Vista aérea del Eixample. / XAVIER JUBIERRE

La pulsión o pasión por conocer lugares nuevos y lejanos es una constante en la mayoría de nosotros. Sin embargo perdernos con pasión en las calles que transitamos a diario, vagar a placer por nuestra ciudad, ir a la deriva por nuestro barrio explorando lo cotidiano es ir a contracorriente y requiere un abandono premeditado de ciertos convencionalismos.

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En vez de irme lejos, me voy cerca y mucho: cada vez que podemos nos regalamos un viaje para 'desconectar'. Mientras más lejos mejor. Pero regalarnos un espacio personal diario para pasear sin prisa, experimentando lo cotidiano a través de nuestros pasos suena extraño y en algunos casos desconcertante. Es 'old fashion', inútil e improductivo. Exacto. De eso de trata. De perder el tiempo caminando sin rumbo para desconectar, de volver a un ritmo más orgánico, a una dimensión más humana, cercana e íntima. Además caminar sin rumbo por nuestro barrio nos permite acceder de nuevo a la sabiduría popular, la de nuestra comunidad.

La Sabiduría de nuestro barrio: Vivo en Barcelona, una ciudad que solo se puede entender caminándola. Cuenta con 1, 367 kilómetros de calles donde conviven más de 116 nacionalidades. Es una ciudad muy dinámica y en constante transformación. Donde los mapas se vuelven obsoletos rápidamente. La realidad cambiante, la memoria y el conocimiento colectivo solo se encuentran en la calle. Experimentar la calle reduce el mundo a una escala más humana. Desde esta perspectiva y a través del diálogo con nuestros vecinos, el barrio vuelve a ser un ágora de pensamiento crítico, un lugar de encuentro, de juego, de expresión genuina y fuente de información compartida.

No subas el Himalaya sino conoces el nombre de tus vecino. Hoy en día tenemos la suerte de poder conocer otras culturas y paisajes. Sin embargo como parte de nuestro plan de dar la vuelta al mundo deberíamos incluir un pequeño viaje al interior de nuestro barrio, seguro descubriremos una biodiversidad sorprendente, rincones nuevos y personajes fantásticos. Basta con salir a la calle y caminar. 

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