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Renfe, el buen trabajo de personas anónimas

Un tren de Rodalies Renfe en la estación Clot Aragó.

Un tren de Rodalies Renfe en la estación Clot Aragó. / ALBERT BERTRAN

Cristina Casals Massó

Es casi para mí una necesidad escribir esta carta, ya que solemos aprovechar para quejarnos, pero pocas veces lo hacemos para agradecer o felicitar a alguien o algo públicamente. En este caso hago referencia a Renfe y en especial al revisor, maquinistas y la empresa de seguridad que viajaba en el tren de Puigcerdà a Barcelona el 23 de agosto.

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Los que íbamos en el primer vagón notamos el golpe y posterior atropello de una persona. Posteriormente el tren se detuvo. A través de megafonía nos explicaron lo sucedido y las consecuencias que iba a tener para los pasajeros. Nos dimos cuenta enseguida que aquello era muy doloroso, pero además fue el mismo revisor que fue explicando, con paciencia y una voz quebrantada, los hechos.

Cuando ya reanudamos el recorrido, en una parada entró un chico totalmente ido, presumiblemente por efectos de drogas, que empezó a incordiar a quienes estábamos allí. Para nosotros era como la gota que colma el vaso, y fue otra vez el revisor quien asertivamente le dijo que se quedara quietecito, mirando el paisaje.

Pero el trabajo no acabó aquí. Al llegar a Sants Estació, el revisor se ofreció a acompañar a Atención del Cliente a un matrimonio que fruto del incidente había perdido el Talgo que les llevaba a su ciudad. Quería asegurarse que se fueran tranquilos. Desde luego todos estos hechos me llevan a felicitar el trabajo de estas personas que para mí son totalmente anónimas.

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