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La realidad laboral no es como la pintan los políticos

Empleados y empleadas en una empresa textil. 

Empleados y empleadas en una empresa textil.  / REUTERS / ALBERT GEA

La mayoría de los ciudadanos quedamos perplejos ante los análisis económicos y sociales de nuestros representantes políticos, y de quienes le dan eco a través de los medios de comunicación.

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El relato construido nos parece ajeno, y entra en contradicción cuando Pablo Casado es interpelado sobre la situación de las camareras de piso, quienes cobran dos euros por habitación (20 habitaciones al día para cobrar 800 euros al mes). También tuvo su baño de realismo la ministra de Empleo, Fátima Báñez, cuando le dijeron que hay trabajadores que cobran menos de 655 euros al mes, nada menos que el 35% de los trabajadores. Además, se hacen más contratos semanales que indefinidos.

En mi pequeño universo conozco a muchos trabajadores que encadenan contratos y extinciones durante años una misma empresa para el mismo puesto, entrando en el paro periódicamente, y así no consolidando derechos laborales.

Hay gente que renuncia al derecho a la lactancia, o a disfrutarlo sin cobrar, ya que el Estado en lugar de protegerla hasta los 6 meses como recomienda la OMS, deja la responsabilidad a las empresas, y de todos es conocido lo devaluados que están los convenios colectivos desde la última reforma laboral del PP.

Hay empresas proveedoras (el sector de la automoción lo conozco un poco) que son machacadas por la empresa matriz ya que externelizan servicios para abaratar costes, repercutiendo en las nóminas, en la temporalidad y flexibilidad de los trabajadores.

Conozco a personas de 50 años que pasan las semanas de entrevista en entrevista, y un amigo comercial que, después de cinco años trabajando en Barcelona, se encuentra con el abogado de la empresa que pretende finiquitarlo sin pagarle las deudas pendientes de clientes que él había captado.

Todo mi relato está construido sin entrar en el terreno de la exclusión social, que de ese fenómeno estoy convencido hay mucha gente podría hablar. Así que , queridos representantes políticos y voceros del poder, ya va siendo hora de que presuman menos y trabajen más, a ver si poco a poco nos sentimos más reconocidos por lo que hacen y dicen unos, y por lo que transmiten y reflejan otros.

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