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Lo que esconden los puntos suspensivos

Bryan Cranston en un fotograma de la película ’Trumbo’.

Bryan Cranston en un fotograma de la película ’Trumbo’.

"De todas las formas de puntuación es esta la más sinuosa y sugerente", dice Antonio Dyaz.

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Los puntos suspensivos no solo tienen que ver con nuestra forma de escribir sino que dicen mucho de nuestra manera de vivir la vida. Más allá del cuerpo que habitamos están en nuestra intenciones, deseos, anhelos y los vamos soltando a nuestro paso como migas de pan, disidentes de las palabras, esperando que alguien los recoja.

Hay puntos suspensivos en una larga explicación que no te interesa detallar, o que sí te interesa pero deseas que sea el otro quien pida más. Los dejas ahí, sobre la mesa, al lado del móvil que no deja de mirar mientras le hablas. Quizá no los recoja nunca y vuelvas a guardarlos junto con los cambios del café, para otra ocasión u otra persona. 

Hay puntos suspensivos en una despedida que nunca desearías tener que dar. Quedan en el aire, plantando cara al futuro, retrasándolo, dilatando el presente para que no hiera, permitiéndonos acariciar la sensación de que tras ellos habrá algo más; un 'continuará', un 'hasta pronto' incluso un 'vuelva usted mañana' sería menos contundente que un adiós.

Pero no son interminables, son solo tres, los suficientes para coger aire: un punto para la duda, otro para la claridad, y el último, el que te da la mano y te acompaña hacia un momento de tu vida que a veces olvidas, el de la ilusión. Porque es más bonito terminar así que con la rotundidad de un punto final...

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