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La prostitución de las Musas

Confirmado: el dinero sí da la felicidad (si sirve para comprar tiempo).

Confirmado: el dinero sí da la felicidad (si sirve para comprar tiempo).

Hijo, mira este inmenso mundo. Todo lo que ves, todo lo que oyes, todo lo que puedes imaginar, aquí lo puedes comprar. El amor, la muerte, la vida, el odio, el nacimiento, el perfume, el arte, el honor. Todo se expone para los mejores clientes, para los que tienen pasta. Bueno, para lo que tienen poco dinero hay rebajas. La comercialización de la vida es un proceso irreversible, incontenible e inexorable. ¿Quieres un niño? Solo 10.000 euros. Un hígado nuevo por solo 5.000 euros. Un coche nuevo, una televisión de plasma, un juicio, un soborno. Hoy, rebajas. Venga hombre, estamos en la isla de los sueños, no discriminamos, lo importante es que tienes dinero.

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Esta continua revolución del dinero afecta a todos: políticos, hijos, doctores, padres, abogados, estudiantes, actores, artistas, directores. Tan pronto como olieron el perfume del dinero en la mano de un viejo rico, también las Musas se prostituyeron. Las puedes ver en los libros de historia, por la calle, en los cines, estas hermosas divinidades, hijas de Zeus y compañeras de Apolo, fumándose un cigarrillo con sus medias de red y sus tacones de aguja. Clío, la que ofrece gloria, todos los días visita la casa de muchos políticos ofreciendo propaganda. Calíope, la de la bella voz, se viste como una niña y participa en el casting de Factor X. Terpsícore, la que deleita con la danza, se mueve de forma sofisticada, exquisita, delicada mientras está grabando el anuncio de un tampón.

Bueno, la verdad es que vivimos en un mundo lleno de publicidad y anuncios, que ama muchísimo el billete verde, aunque tenga que hacerse cada vez más negro, árido, estéril. Enterramos en cemento las costas, construimos ecomonstruos, derribamos la madre tierra en beneficio de la industria, preferimos producir armas en lugar de financiar la ciencia.

Dejemos de lado este marco apocalíptico, porque hay algo que me molesta y me preocupa. Volvamos a nuestras amigas Musas que con sus líneas curvas, sus labios carnosos y su sensualidad por 50 euros pueden enseñarte los Campos Elíseos. Algo les molesta, algo ha cambiado en sus lindas caras. Parece que no se pintan la cara, no se visten provocativas, no son tan bonitas como antaño. Bueno, en realidad, les faltan las atenciones de los clientes. Talía, la festiva, y Melpómene, la melodiosa, buscan en la basura algo para comer. Ocasionalmente algunos directores y artistas las llaman y les dicen 'Niña, tengo hambre de ti. Bésame por favor' o 'Cariño te necesito, tú eres mi amor, mi musa'. Pero esto pasa cada vez más raramente. Rohmer, Almodóvar, Pasolini, Truffaut, David Lynch, Lars Von Trier, Fassbinder las violaron muchas veces, generando hijos monstruos, únicos, hermosos. Sin embargo, hoy en día la situación está cambiando. Artistas, actores y directores siguen, miran, aman una musa nueva: comercial, la que vende. La lógica ya ha cambiado: el fin no es el amor por el arte, sino la posibilidad de vender a un público lo más amplio posible

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