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Por una España moderna

La Rambla, abarrotada de gente.

La Rambla, abarrotada de gente. / DANNY CAMINAL

Me despierto y no lo creo. Leo los diarios y son de otra época, una que uno no ha vivido y que no quiero tener el disgusto de vivir. Un lugar donde los sentimientos más puros, forjados desde que somos niños por nuestros padres y los que nos rodean se utilizan impunemente para levantar muros invisibles que serán difíciles superar.

Me despierto y no lo creo. Veo programas de televisión y me parece haber viajado en una máquina del tiempo a la época de mis abuelos. Donde cada comentario tiñe más de blanco y negro los tertulianos que impunemente fomentan el odio hacia esta tierra maravillosa que es Catalunya . Y cambio de canal, de idioma, y observo los mismos tertulianos, clamando lo opuesto pero en el fondo diciendo algo similar.

Parece que en la maravillosa diversidad de España ya no caben una lengua y cultura centenaria, bien porque hemos de volver a la oscuridad de la España unitaria falta de matices, bien porque el dolor de la incomprensión ha cerrado la virtud de encajarles en esa España plurinacional que existe y no debería dejarse de escuchar. Me levanto y me niego a aceptar volver a esta vetusto pasado que vuelve a ser realidad. Porque pienses lo que pienses , sientas lo que sientas, nos merecemos algo mejor: Una España moderna, que acepte la diversidad, que acepte el riesgo de poder dejar de ser lo que es, pero que guarde la dignidad y el orgullo de dejar decidir al otro qué quiere ser.

Una Catalunya abierta al mundo, integradora, que no necesite nuevas banderas en el balcón para ser lo que es, una tierra, un a comunidad, un país; es igual; un lugar donde prosperar, donde el 'seny' y el trabajo son símbolos de una forma de vida que siempre debe perdurar.

Cierro los ojos para volver a despertar. Para creer que todo esto es un mal sueño, y que mañana, el respeto a lo diferente nos devolverá la luz que el blanco y negro del odio no nos deja divisar.

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