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El planeta, cerca de un punto de no retorno

La contaminación tapa el cielo de Barcelona, vista desde Santa Coloma. 

La contaminación tapa el cielo de Barcelona, vista desde Santa Coloma.  / FERRAN NADEU

Los movimientos ecologistas no conformaban un único corpus (en ellos había y sigue habiendo una gran variedad de miradas) cuando a finales de los años 60 del siglo XX sus críticos los homogeneizaban como iluminados milenaristas próximos a sectas destructivas del progreso y del paradigma del crecimiento indefinido.

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Lo más lamentable del género humano es pensar que la naturaleza está siempre a disposición para que más de 6.000 millones de habitantes puedan derrochar energía sin ton ni son. Se sabe por la termodinámica que siempre hay una pérdida de energía que es irrecuperable, como así lo indica la entropía. Malthus, leído con los ojos de ahora, tenía razón, y no la tienen los dilapidadores que aplastan el buen gusto de pensar. Las desgracias que están costando vidas y patrimonios naturales se irán extendiendo si no se aplica el principio de precaución de forma sistemática. La concentración de la población en núcleos urbanos, de la que algunos políticos están tan ufanos, el desprecio diario hacia los 'retrógrados' agricultores incapaces de apreciar las bondades del universalismo cosmopolita... El planeta está cerca de alcanzar un punto de no retorno, ya que la ideología dominante va en sentido contrario a la supervivencia de un sistema de vida que ahora solo algunos pueden disfrutar.

Algunos parecen creer que cuantas más desgracias, mejor, ya que el PIB crecerá.

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